Fotos: Cortesía Antonio Albert

Antonio Albert es el tipo de profesional que siempre he admirado. Es de naturaleza inquieta. No para de crear, pensar nuevos proyectos, escribir… lo pude notar mientras le entrevistaba. Entre contestación y contestación, estoy segura que empleaba unos segundos para pensar en todas las ideas nuevas que bullen en su cabeza.  Ha trabajado como crítico de cine en El País, contribuyó en la fundación de la magnífica Cinemanía, ha creado, dirigido y presentado programas míticos de la televisión. En Rumanía consiguió que “Sorpresa, Sorpresa” fuese uno de los programas de mayor éxito de la televisión. Un todoterreno.

Lo necesito en televisión. Estamos faltos de profesionales valientes, con criterio propio, que nos hablen a los espectadores desde la verdad. Basta de tratarnos como a niños que no saben lo que está bien o mal. Basta de querer adoctrinarnos en lugar de motivarnos para pensar y hacernos preguntas.

«Hay programas de televisión donde estoy vetado porque la productora no me ha perdonado una crítica que hice 25 años atrás»

 Antonio, tú querías ser diplomático ¿qué ocurrió para que terminases dando el salto a los medios de comunicación?

Desde pequeño tenía mis fantasías, y quería hacer cine, teatro…pero lo veía inalcanzable. Entonces, ya que no podía ser director de cine, me pregunté qué otra cosa podía hacer para dominar el mundo. Decidí que presidente. Así que me matriculé en Ciencias Políticas para poder hacer carrera en el cuerpo diplomático.

Mi salto a los medios de comunicación fue muy casual. Estaba paseando con una amiga por la Gran Vía de Madrid, y le mostré donde se encontraba la sede del Festival de Cine Fantástico de Madrid. En ese momento, mi amiga me propuso que entrase y me ofreciese para trabajar. En aquella época ya hablaba varios idiomas. Lo hice, y me llamaron. Así empezó todo.

Imagino que a partir de entonces vendrían más proyectos y te diste cuenta de que ese era tu camino…

Volvemos al tema de las casualidades. Una compañera me pidió por favor si podía escribir las críticas de El País, porque ella quería hacer otras cosas. Acepté sin dudarlo. Los primeros años, las críticas iban sin mis firmas. Pensaba que aquel trabajo sería cosa de poco tiempo, hasta que encontraran a alguien que hiciese de manera fija la sección, así que decidí escribir de manera muy bestia. Precisamente eso se convirtió en el hecho diferenciado que hizo que aquella sección, poco a poco, fuese de las más leídas del periódico. Finalmente, me dijeron que firmara los artículos porque todo lo que va sin firma se convertía en editorial.

¿Te han pedido cuentas por tus críticas?

De hecho, sigo pagando por ello. Hay programas de televisión donde estoy vetado porque la productora no me ha perdonado una crítica que hice 25 años atrás. Recuerdo la ocasión en la que fui actor invitado en la serie “Todos los hombres sois iguales”. Interpretaba al director italiano de una cadena de televisión. Al leer los guiones, me daba cuenta de que mi personaje decía frases ridículas y fuera de contexto. El guionista terminó por confesarme que una de las frases pertenecía a la crítica que escribí sobre una película suya. Fue tremendo.

He descubierto que existe gente con un ego tan grande, que no perdona nunca. Y otros son lo suficientemente inteligentes como para distinguir una crítica de un ataque personal. A veces, mis críticas eran muy duras porque consideraba que el trabajo no estaba a la altura del talento de algunos artistas. Hay quien lo entendió, y continúa siendo amiga mía. Con otras personas he tenido conflictos muy graves, de hecho, en dos ocasiones intentaron echarme del periódico y una de la SER.

«Detrás de las cámaras he vivido maravillosas experiencias»

Antonio, ¿cómo fue tu salto a la televisión?

Empecé como presentador gracias a mi trabajo en El País. Cuando estaba en el periódico me llamaba todo el mundo, como dice la biblia: “ Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”.

He disfrutado mucho más detrás de la cámara, delante pocas veces me he sentido liberado y cómodo. Antes había demasiado postureo. Actualmente la manera de hacer televisión ha cambiado. Ahora existe una mayor espontaneidad y no tienes que hacer un papel. 

Detrás de las cámaras he vivido maravillosas experiencias, como la versión de “Sorpresa, Sorpresa” que hice para la televisión rumana y fue todo un éxito. En España, con el programa que quizás he disfrutado más fue con “Paz en la tierra”. Lo hice para Canal Sur, era un late night producido por El Loco de la Colina y con Paz Padilla como presentadora. Fue divertidísimo.

Antonio Albert

¿El mundo de la televisión es tan despiadado como dicen?

Puede serlo. He vivido momentos tremendos. En dos ocasiones acabé ingresado, y en otra posiblemente debí haber interpuesto una demanda por acoso laboral. Pero también he hecho muy buenos amigos. El programa del Canal Internacional, “Buenos días, buenas tardes” con Jose Toledo, ha sido uno de los más divertidos que he hecho y donde me he sentido muy cómodo. En realidad, todo depende del jefe que te toque. Con el tiempo, he aprendido a relativizar el trabajo. Estamos haciendo televisión, no salvando vidas en un quirófano.

Cambiemos de registro y hablemos de cine, ¿crees que las nuevas generaciones de actores no se preocupan de ilustrarse sobre los orígenes de nuestro cine?

Creo que las nuevas generaciones siempre quieren romper, pero no debería ser para olvidar lo anterior sino para aportar. Y para aportar, tienes que saber lo que ya hay. Me hace gracia la gente que te habla de Tarantino como si fuese lo más novedoso del cine, cuando es un crack reciclando gracias a la gran cultura cinematográfica que tiene. Hoy en día, parece que exista un rechazo a lo de los mayores, a lo viejo. Todo tiene que ser vanguardia, nuevo, consumo instantáneo.

«El teatro es básicamente libre. Escribes lo que te da la gana»

¿Piensas que nuestro cine se ha quedado más estancado con respecto a la televisión y el teatro?

Lo que sucede es que el cine tiene muchos frentes abiertos. Ahora todos quieren hacer una serie en Netflix. Además, parecen series americanas y eso hace que estemos perdiendo nuestra identidad. El cine español, salvo los grandes nombres que tienen cierta independencia a la hora de crear, ha perdido aquella época del cine de Aranda, Saura, Bardem…ese tipo de cine que era producto altamente español y reflejo de nuestra cultura.

Ahora, muchas de nuestras películas son adaptaciones de comedias extranjeras para conseguir un éxito de taquilla. Luego hay una serie de actores que a mí ya me aburren, son los que tienen una cierta pose social. Están muy entregados a causas, pero no me los creo. Comparto muchas de esas causas, pero ese tipo de cine lo veo impostado.

Creo que estamos viviendo una época de transición, caminamos hacia un nuevo modelo que se va implantando. No sé cual será, aunque creo que estará marcado por un sistema de producción televisivo de las grandes plataformas.

Antonio, has creado obras como “Mentiras, incienso y mirra” o “Historias de un karaoke” ¿te sientes más libre cuando escribes teatro?

El teatro es básicamente libre. Escribes lo que te da la gana. La primera obra que hice, surgió de una conversación con Jordi Revellón, Ángel Pardo y Elisa Matilla. Por aquel entonces Revellón estaba haciendo “Hospital Central”, por lo tanto era un gran reclamo. Vendimos la obra enseguida, y nadie me pidió leerla primero para ver qué podíamos cambiar. En el teatro, los cambios se realizan durante los ensayos con el director y los actores porque la obra lo va pidiendo.

Una curiosidad, ¿no te sientes celoso cuando los actores hacen suyos los personajes que tú has creado?

En absoluto, no hay nada que no me guste más. Cuando voy a ver mis obras, olvido que es mía e intento disfrutarlo como un espectador más. El hecho de que un actor consiga que uno de mis personajes tenga vida por sí mismo, me fascina y parece mágico.

Y por último, cuéntanos en qué proyectos podemos verte próximamente…

Ahora estoy con una startup, que ha sido seleccionada por Telefónica. Va a ser una plataforma que apoye la creatividad y el talento de la gente del mundo audiovisual. Tanto a aquellas personas que se encuentran dentro del negocio como a los que aspiran estarlo, y que quiere romper con las limitaciones que a veces la propia industria nos pone a todos. Con este proyecto espero democratizar la creación audiovisual. No hay nada que me guste más que ayudar a la gente con talento.

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