Ya llega la que es para mí una de las dos tardes más deprimentes del año. La de mañana domingo tras el cambio de hora y la otra es la de la tarde del día de Navidad. La sobremesa de Navidad… Si me pilla sin mazapanes de Soto, es como si me pilla con mazapanes de Toledo. Igual me da.
La parrilla televisiva nos emite en sucesión las mismas películas año tras año: “Ojos Cariñosos” (1934) de la adorable niñita Shirley Temple, “El mago de Oz” (1939), “La gran familia” (1962) ¿quién estando despierto a esa hora vespertina no ha llorado por Chencho? “Sonrisas y lágrimas” (1965), “Mary Poppins” (1965), “Señora Doubtfire (1993), “Liberad a Willy” (1993) o cualquier otra película soporífera del estilo, lo que nos lleva o bien a jugar al seisillo, a la brisca o al bingo.

Existe otro entretenimiento igual de sedante: ver en cualquiera de las principales cadenas televisivas, la repetición de la gala musical-humorística de Nochebuena. ¡Planazo! La tarde del día de Navidad es mi segunda depresión vespertina del año.
Hay un detalle que me llama desde siempre mucho la atención de estos especiales: el público asistente al show se sienta en derredor de mesas con manteles brilli-brilli, con centros decorativos navideños y copas de cava de las altas. No de esas de pie hexagonal y base ancha, de cuerpo redondo y bajo, de borde dodecagonal; sin brillo, rayadas después de tantos años de uso y de fregarlas con el estropajo verde de siempre.
Esas que hay en casa de la abuela o ha heredado tu madre (y heredaremos nosotras), y se ponen en la mesa por nostalgia; de esas no. Las altas. Las de pie largo, las que se rompen con la mirada. Pero lo que me llama la atención no es la copa en sí, es que al comienzo del show se ve que están llenas de líquido burbujeante, cava o sidra, (vayan ustedes a saber), según avanza el programa, a la media hora, que ni a mitad de este, las copas ya están vacías y no se las vuelven a llenar, ¡pero es que ni una botella de agua en la mesa!, no les ponen nada para el resto del programa. Me imagino a todos ellos, durante los cortes de la grabación, corriendo a los servicios a beber agua directamente del grifo del lavabo.

Cualquiera de las alternativas es igual de barbitúrica, lo que hace que la tarde navideña sea para mí deprimente. Sea cual sea el plan para la tarde de Navidad es una tarde laaaaaarga, que termina a una hora anterior a la cena, momento en el que huimos considerando que ya hemos cumplido sobradamente con la duración de asistencia del protocolo familiar.
—¿De verdad que no queréis llevaros alguna sobra para cenar?
Recuerdo el año que me cogí un empacho en la comida de Navidad y tuve una tarde de lo más entretenida, con deciros que perdí tres kilos en esa tarde. Pero fue una excepción, más que entretenida, fue muy chunga.
Vayamos con mi primera depresión vespertina del año. Me ocurre por cambio de hora. En la madrugada del sábado al domingo a las tres serán las dos, creo.

Aberrrrrr… (Typical Basque colloquial expression) Quien necesite dormir una hora más, pues que se acueste una hora antes, pero no me quitéis una hora de luz por la tarde, que me entra una gran depre.
El globo terráqueo está dividido en meridianos, nosotros deberíamos tener la misma hora que Portugal y Francia. Hace muchas décadas un señor bajito que mandaba mucho y saludaba raro, decidió que tuviéramos la misma hora que Alemania, donde mandaba otro señor que saludaba igual de raro; todo por hacerle la pelota al germano ario ese. Por eso en invierno tenemos el huso horario UTC+1, y en verano el huso horario UTC+2. Hagamos como que todos sabemos qué es el UTC.
Si lleváramos la hora que nos corresponde por como dicen los que saben de esto del meridiano, por la situación geográfica de España, ahora, a esta hora, ya sería una hora más. Y tendríamos costumbres horarias como nuestros vecinos. Comeríamos el almuerzo a la hora que nosotros hacemos el “brunch” y cenaríamos a la hora que merendamos. Spain is diferent!
Estoy bien pertrechada para soportar la depresión vespertina de mañana, porque sé que me sumiré en un estado de voracidad ansiosa. He hecho avituallamiento de chocolate para hacer a la taza, churros, gominolas, una bolsa grande de patatas fritas de Añavieja; cerveza tostada sin alcohol, refresco de cola sin cafeína y pizzas para cenar; de postre Tía Mildred de mármol.
Todo es poco para sobrellevar esta primera tarde con el horario de invierno.
Gracias al cielo, que no tenemos el huso horario solar. Me imagino desayunando a las 4 am, comiendo a las 10 am, merendando a las 2 pm, cenando a las 6 pm, acostándome a las 8:30 pm y me da solo de pensarlo una depresión mayor que las anteriores. ¿Acostarme sin ver El Conquis en La 1 porque empieza después de las 10 pm? Terrible. Por otro lado imagino a mi tato Javier comiendo lentejas a las 10 am y me parto, me troncho y me mondo.
A mí me pasa igual,yo necesito luz y sol,el invierno y oscuridad para quien lo quiera,por eso este cambio de hora no me ayuda nada..
Para nosotras sol y más sol, la oscuridad para los grises.