Foto portada: AP Photo/Getress online
En cualquier ciudad del mundo una mujer puede ser raptada y asesinada. No existen oasis exentos de psicópatas. Las personas que disfrutan del sufrimiento ajeno se encuentran por todas partes, integrados en la sociedad y sin levantar sospechas.
Las probabilidades de ser asesinado en Ciudad Juárez se multiplica por mil. En el 2020, fue considerada una de las ciudades más peligrosas del mundo. Tiene una tasa de homicidios del 104,54 por cada 100000 habitantes. Los carteles de la droga están haciendo estragos en la ciudad. Y desde los años 90, los feminicidios se han convertido casi en algo siniestramente cotidiano.
Ciudad Juárez se encuentra en el estado de Chihuahua, es una urbe fronteriza con los Estados Unidos que, antes de vivir estos años oscuros y de terror, tuvo su época dorada. Cuando la ley seca imperaba al otro lado de la frontera, muchos estadounidenses cruzaban Río Bravo para ponerse tibios de alcohol y diversión. El Hollywood más glamouroso pasó noches memorables allí. Era un lugar tranquilo y divertido que gozaba de buena salud turística.
Tras la firma del Tratado de libre comercio de América del Norte en 1994, se produce un gran desarrollo industrial en Ciudad Juárez. Las maquiladoras se multiplican, y la llegada de mujeres jóvenes en busca de un futuro mejor es incesante. Estas fábricas siempre han preferido trabajadores de sexo femenino al considerarlas más dóciles. Los sueldos son minúsculos, y las condiciones abusivas. Se podría considerar, que la creación de este tratado fue el pistoletazo de partida para los peores años de violencia en Ciudad Juárez.

Los feminicidios
Siempre existieron los maridos o novios maltratadores capaces de terminar con la vida de sus parejas, pero lo que comenzaba a suceder en Ciudad Juárez estaba claro que iba más allá. Las víctimas oscilaban entre los 15 y 25 años. Todas tenían características físicas similares, y pertenecían a la clase social más pobre. Es decir, se seguía un patrón claro.
Los cuerpos aparecían en zonas como el Cerro del Cristo Negro o Lote Bravo, lugares solitarios y remotos. Algunas veces estaban expuestos, abandonados como si de material desechable se tratara. En otras ocasiones se ha tardado años en encontrar los restos. Los cadáveres suelen presentar mutilaciones, e incluso en algunos se han encontrado marcas en forma de triángulo realizados por objetos punzantes.
Muchas de las víctimas son maquiladoras. Los trayectos que deben realizar cada día para acudir al trabajo y regresar a casa son muy inseguros. Carecen de iluminación, además de ser prácticamente intransitables. Por lo tanto, se convierte en el lugar y momento perfecto para raptar a las mujeres.
La desesperación de las familias
A la preocupación de las familias cuando se produce la desaparición, hay que sumarle la actitud de las autoridades competentes. Chocan contra un muro de incomprensión, inacción e incluso machismo. Les suelen decir que esperen unas 72 horas, porque lo más normal es que se hayan ido con sus novios y vuelvan con el tiempo. No importan los ruegos de las familias, siempre acaban encontrándose completamente solas y clamando justicia el resto de sus vidas.
Por esta razón, los familiares de las víctimas se han visto obligados a organizarse para exigir que se encuentren a los culpables de los feminicidios y sean castigados. Muchos de ellos se manifiestan el primer jueves de cada mes. También llenan los lugares donde son encontrados los cuerpos con cruces rosas, donde escriben el nombre de la mujer que les fue arrebatada para que nunca se olvide lo que le sucedió.
Existen organizaciones no gubernamentales como “Nuestras hijas de regreso a casa”, creadas para dar voz a las víctimas. Padres, hermanos, hijos… todos se coordinan para remover la conciencia social y la de la clase política…si es que tienen. Lamentablemente obtienen escasos resultados, y además se colocan en la diana corriendo graves riesgos. Algunos de los miembros de estas organizaciones han sido amenazados de muerte, o directamente fueron tiroteados.

Las hipótesis
La procuraduría general de justicia, lleva años manteniendo que la mayoría de los feminicidios en Ciudad Juárez son debidos a la violencia intrafamiliar. Es innegable que esta sigue existiendo, pero continuar achacándole la mayor parte de las muertes es no querer ver la realidad.
La periodista Diana Washington Valdez, es una de las personas que más ha investigado los hechos y más se ha expuesto. Nunca le tembló la voz al dar los nombres de aquellos que miran hacia otro lado ante tanta barbarie, e incluso ha desarrollado las siguientes hipótesis:
- Es más que probable que en Ciudad Juárez haya dos asesinos en serie actuando.
- Se cree que existen al menos un par de pandillas exigiendo a los que que quieren entrar asesinatos a modo de prueba.
- Hay grandes indicios que vinculan estas muertes con los cárteles de la droga, los cuales los cometerían a modo de ritual para empoderarse. Se cree que algunos policías corruptos pueden ser los raptores de estas mujeres. Unas veces las entregan a los cárteles, y en otras se las quedan para ellos. Terrorífico.
- Se habla también de los copycat, los cuales aprovechan lo que sucede para cometer sus crímenes sin ser descubiertos.
- El tráfico de órganos también es una posibilidad
Los cabeza de turco
Tras una férrea presión internacional para que los feminicidios fuesen investigados, en 1996 la policía juarense detuvo el egipcio Sharif Sharif. El egipcio tenía antecedentes por violación, por esto había decidido mudarse de los Estados Unidos a Ciudad Juárez. Además, una mujer de la ciudad le acaba de denunciar tras haber sufrido violencia sexual y golpes por su parte. A la policía les pareció el culpable perfecto que presentar ante los medios de comunicación internacionales. Sin duda, Sharif era un chacal; pero no el chacal que estaban buscando.
Se le condenó a más de 30 años de prisión, y aunque estaba encarcelado los feminicidios continuaron en Ciudad Juárez. La policía argumentó que Sharif era el líder de una banda delictiva y que desde la cárcel ordenaba los crímenes. El egipcio murió en prisión, en extrañas circunstancias mientras esperaba que la apelación que su abogada había presentado prosperara.
Más sangrante fue el caso de los conductores de autobús Víctor García Uribe alias «El Cerillo» y Gustavo González Meza alias «La Foca». Ambos fueron detenidos en el 2001 acusados de ocho feminicidios. González Meza murió mientras se encontraba bajo custodia policial, y García Uribe decidió declararse culpable. Tiempo después aseguró que lo había hecho para que dejasen de torturarle. Después de la extraña muerte de su compañero, es más que comprensible que el miedo a acabar igual le hiciese reconocer unos hechos que no había cometido.
Y no los cometió, porque en el 2005 la Cuarta Sala del Supremo Tribunal de Justicia declaró inocentes a ambos. De poco le sirvió a González Meza, aunque para sus familiares sí fue un alivio que el nombre de su ser querido se limpiase aunque fuese a título póstumo. Curiosamente, el abogado de ambos fue tiroteado en su coche cuando iba a visitar a un cliente. El abogado asesinado, Sergio Dante Almaraz, ya había comentado en alguna ocasión que si le mataban por defender a los conductores de autobús los culpables serían los mismos que habían torturado a sus clientes.
697 años de prisión
En el año 2015, cinco acusados fueron condenados, cada uno de ellos, a 697 años de prisión y seis meses. Además, debían indemnizar con 60.000 dólares a las familias de las 11 mujeres que habían asesinado cruelmente. Parece ser que, según algunos testimonios, pertenecen a la banda de “Los aztecas”.
El perfil de las víctimas era muy parecido. Mujeres entre 18 y 25 años, de constitución delgada y muy guapas. Como pertenecía a una clase social con pocos recursos económicos, eran atraídas ofreciéndoles falsos puestos de trabajo. Después las secuestraban, prostituían y desechaban cuando se cansaban de ellas. Solían Abandonar sus cuerpos en parajes despoblados, como si nunca hubieran sido nada. Las usaban y las tiraban.
¿Quién es Richie?
En 1995 llega a las manos de la policía de Ciudad Juárez una serie de hojas escritas en mayúscula y con garrafales faltas de ortografía. En ellas también aparecen dibujos explícitamente sexuales de mujeres, las cuales acaban torturadas y asesinadas. El autor era un tal Richie, o al menos así era como firmaba. Se abrió una investigación al respecto, pero no llegó a nada.
No se encontraron más hojas de Richie hasta 1997. Iban dirigidas a una joven que se había suicidado. En ellas, Richie le exigía que engañase a dos niñas de 13 y 14 años para que se fueran con él. Además, la amenazaba con que sería violada y asesinada si no cumplía sus deseos. Años después, se supo que el verdadero autor de las hojas era Alejandro Máynez, un narcotraficante de la ciudad.
Y no amanece…
Son muchos años sufriendo. Demasiado tiempo sin respuestas, mala praxis policial y dejadez. Ciudad Juárez necesita volver a respirar. Es un lugar hermoso, con una interesante oferta cultural. Sin embargo, la situación evita que el turismo se acerque demasiado.
No olvidemos nunca lo que allí está sucediendo. Sigamos recordando, porque las víctimas y sus familias merecen justicia. Merecen poder vivir en libertad.
Para ampliar información puedes acceder a la entrevista a la periodista mexicana Diana Washington aquí

La gran pregunta es a quien le interesa que ahí sigan dominando los narcos?
Y otra: los asesinatos son directamente daños terribles colaterales de las mafias de la droga?
Es México el laboratorio de estupefacientes de EEUU?
Buen aemrtículo Susana.
Muchas gracias, Jesús. La próxima semana,una periodista mexicana nos va a contar muchas más cosas.
Excelente artículo Susana
Muchas gracias, Fernando.
Me ha gustado mucho lo leído..grande susana
Muchas gracias!!!
Buen artículo, enhorabuena. Tengo un amigo que vivió allí y describió Ciudad Juárez como una jungla de asfalto.
Muchas gracias!