El Cortijo Jurado está situado en Málaga, a la entrada de una barriada llamada Campanillas. La casa fue construida por la familia Heredia entre los años 1830-1840. No se sabe exactamente la fecha porque la edificaron sin pedir previamente la licencia de obra. La casa es una hacienda agrícola, la típica que tenían las familias ricas para pasar las épocas de verano.
Hoy en día, el cortijo pertenece al grupo empresarial Sinerba y se han comenzado los tramites para convertirlo en un complejo de oficinas. En su época del esplendor, la finca constaba de una torre mirador, cocheras, establos, sótanos, un gran patio central y multitud de habitaciones. La familia Heredia fue la propietaria hasta el año 1925, después lo adquirió la familia Larios, más tarde los Quesada y en los años setenta la compraron los Vega Jurado.
¿Quienes eran los Heredia?
Manuel Agustín era el patriarca de la familia. Nació en 1786 en Logroño, y a la edad de quince años se fue a vivir a Vélez. Era huérfano, así que para ganarse el sustento comenzó a trabajar en un comercio como aprendiz. Desde el primer momento dio muestras de un gran talento para los negocios. No tardó mucho en irse a vivir a Málaga, ciudad en la que conseguiría cosechar su gran fortuna. En plena Guerra de la Independencia, se dedicó al contrabando para poder salir adelante. Surtía de cuanto necesitaran a los que luchaban en contra de los franceses, a los que detestaba.
Fue en aquellos años tan revueltos cuando consiguió las autorizaciones necesarias para extraer grafito en las sierras malagueñas. Gracias a este mineral se hizo millonario. Poco poco, comenzó a codearse con la alta sociedad de Málaga, y en 1813 se casó con una de ellos: Isabel Livermore. El matrimonio tuvo catorce hijos, siete de los cuales murieron antes de llegar a la edad adulta.

Afianzada ya como una familia influyente en la ciudad, decidieron construir lo que fue conocido con los años como el Cortijo Jurado. Muy cerca de ellos había otra hacienda llamada Colmenares, propiedad de la familia Larios. Ambos clanes se hicieron muy amigos, por lo que solían frecuentar eventos juntos y se visitaban muy a menudo. Esta amistad tan férrea entre ambas familias, bastó para alimentar una de las historias más sórdidas que cae sobre el cortijo: los asesinatos de niñas en rituales satánicos.
Los famosos túneles…
Corrió el rumor de que ambas familias pertenecían a la masonería, algo que parece bastante probable y también suficiente para comenzar a pensar cosas siniestras sobre ellos. Cuando algo se mantiene en secreto y oculto, da pie a que la imaginación de los peor intencionados se desboque. Desde que el mundo es mundo se teme lo que se desconoce. Y los masones siempre han sido muy reservados.
Parece ser que entre los años 1890 y 1920 desaparecieron en Campanillas cinco jovencitas. El terror se fue apoderando de la población cuando los cuerpos de las chiquillas aparecieron en las inmediaciones de la fincas de los Larios y los Heredia.
Inmediatamente, el dedo acusador se dirigió hacia las dos familias. Empezó a corre la voz de que ellos habían torturado y asesinado a las muchachas en rituales satánicos. Como eran masones, tendrían que ser satánicos irremediablemente… Sin embargo, creo yo que debían ser unos criminales muy tontos cuando dejaban los cuerpos al lado de sus casas. Les faltaba poner un cartel en el que rezase: «Hemos sido nosotros. ¿Qué pasa?»
En 1935, un muchacho entró en el Cortijo Jurado cuando no había nadie y salió de allí espantado por las cosas atroces que, según él, había visto. Contó que entró en una planta subterránea de la finca con varios túneles. Cuando tomó uno de ellos, se dio cuenta de que le llevaba hasta las finca Colmenares. A la vuelta decidió recorrer otro túnel, y se fijó que en una pared habían tallado una cabra, una serpiente y «objetos muy raros que se utilizan en el colegio», según sus palabras. Imagino que se refiere al compás y la escuadra, símbolos masones.
Los túneles siempre han sido motivo de polémica. Hay quienes aseguran que existen y otros lo niegan tajantemente. De todos formas, en el caso de existir, nadie asegura que fuera un lugar donde se cometían siniestros y sangrientos crímenes. Es posible que, si realmente se construyeron, se hicieran reuniones masónicas, pero sin otra pretensión de que todo se celebrase lo más discretamente posible.
El lugar favorito de los investigadores de lo paranormal y curiosos imprudentes
Lo que sí se sabe con certeza es que durante la Guerra Civil fue un lugar donde la tragedia y el dolor se dio cita frecuentemente. Por aquel entonces seguía perteneciendo a los Larios, pero durante la contienda los militares lo ocuparon como hospital y cárcel militar. Allí murieron muchos hombres, unos por las heridas sufridas en el campo de batalla y otros fusilados.
Desde hace años, el cortijo es lugar de peregrinación para los investigadores de los paranormal. Los hay serios, de gran reputación y trabajo intachable. Luego están los tontainas, que van allí con la mala intención de trucar el material que obtengan y colgarlo en Internet. Es detestable, y toda una ofensa, para los que llevan años indagando en estos temas de manera muy rigurosa.
Profesionales del mundo de lo paranormal han asegurado que en el cortijo existe una energía un tanto extraña, y no son pocas las veces en las que han obtenido psicofonías interesantes. Eso no confirma en absoluto que allí sucediesen crímenes horripilantes dedicados al diablo, de hecho, es bastante probable que simplemente se trate de una leyenda urbana. Lo más probable, es que el lugar se cargase de una atmósfera pesada a partir de convertirse en cárcel y hospital militar. No concibo nada más terrorífico que una guerra. Muerte, enfermedades, destrucción, hambre…las peores pesadillas del ser humano se unen en los conflictos bélicos.
Ahora que parece que finalmente se van a comenzar las obras en Cortijo Jurado para convertirlo en oficinas, no creo que los tontainas entren tan fácilmente. E imagino que los profesionales serios pedirán permisos para poder estar allí unas horas. Quizás ya hayan decidido prohibir la entrada a todos. Aunque seguramente, una vez que se haya construido el complejo, comenzarán otro tipo de leyendas. Auguro unos años llenos de ruidos extraños, visiones de señores vestidos de manera rara y espectros de niñas llorando huyendo por los pasillos… ¿Nos apostamos un vermú?
