El extraño asesinato de Julia Wallace

Julia y William Wallace contrajeron matrimonio en 1914. Ambos tenían problemas de salud y no eran unos jovencitos cuando decidieron unir sus vidas. Él contaba con treinta y siete años mientras que, supuestamente, Julia fue al altar con treinta y seis. Se sospecha que ella, en realidad, tenía cincuenta y tres primaveras cuando contrajo matrimonio. Julia trabajó durante muchos años como institutriz, y es fácil que se quitase años para continuar siendo empleada el mayor tiempo. Las maestras jóvenes eran mucho más solicitadas.

Los Wallace, habitaban en un respetable barrio de la ciudad de Liverpool. William se dedicaba a vender seguros y Julia cuidaba del hogar con mimo. Algunos les describieron como un matrimonio tranquilo, bastante bien avenido. Otros, insinuaron en su momento que eran una pareja bastante extraña y que incluso no se trataban con demasiado respeto. Pero es posible que esta segunda descripción naciese tras el terrible crimen que acabó con la vida de Julia Wallace y no se ajustase demasiado a la realidad.

¿Qué ocurrió el día que asesinaron a Julia Wallace?

El 19 de enero de 1931, un día antes del crimen, se recibió una extraña llamada en el club de ajedrez que solía frecuentar William Wallace. Un tal señor Qualtrough llamó preguntando por él, cuando le dijeron que no se encontraba en el club, el misterioso Qualtrough decidió dejar un mensaje para Wallace. Estaba interesado en contratar un seguro, y deseaba que le visitase a la tarde siguiente, sobre las siete y media de la tarde, en el 25 de Manlove Gardens Este. Media hora después, apareció William por el club y le entregaron el recado.

Era una llamada extraña. No tenía demasiado sentido que le llamasen al club y no a su casa o a la oficina. No obstante, ante la posibilidad de hacer un buen negocio, el hombre decidió acudir a la cita al día siguiente. El 20 de enero cogió el tranvía que él creyó podría llevarle a la dirección indicada. Preguntó al conductor cuál era su parada, y ante su sorpresa le respondió que el Manlove Gardens Este no existía. Lo más extraño de todo, es que sí había Manlove Gardens Sur, Norte y Oeste. Todos los puntos cardinales excepto el que le habían apuntado en el club de ajedrez.

La solución de Williams fue acudir a todos los 25 de Manlove Gardens en busca de un posible cliente. La búsqueda fue inútil y agotadora. Enfadado, decidió volver a casa para relajarse. Sin embargo, al llegar a su domicilio no pudo abrir ni la puerta principal ni la trasera. Parecían estar bloqueadas. Además, las luces estaban apagadas. Algo muy extraño, ya que eran las 20:45 y a esa hora Julia siempre estaba en casa. Wallace se encontró con un matrimonio vecino, los Johnson, al que pidió ayuda.

Los tres decidieron intentar forzar la puerta de atrás, pero curiosamente, en esta ocasión William pudo abrirla fácilmente. Entró en la casa llamando a gritos a su esposa mientras los Jhonson esperaban fuera. Tras un par de minutos, Wallace volvió a salir y les dijo: «Entrad, la han matado». Tiempo después, la pareja expresó a la policía su sorpresa por la tranquilidad que mostraba su vecino tras encontrar a su esposa brutalmente asesinada.

La escena del crimen

La policía tardó media hora en llegar al lugar de los hechos. Vieron el cuerpo de Julia tirado frente a la chimenea de gas del salón. Le habían golpeado hasta la muerte. También se dieron cuenta de que había un impermeable medio quemado en la chimenea (en otras fuentes se dice que en realidad el impermeable se hallaba junto al cuerpo de Julia). Seguramente, el asesino lo usó para evitar mancharse de sangre. Tenía toda la pinta de ser un crimen premeditado. Wallace, dijo a la policía que únicamente faltaban cuatro libras de un cajón, por lo demás, parecía estar todo.

Julia Wallace
Vivienda de los Wallace.

Era un crimen muy extraño. Por un lado no estaba claro el móvil , y por otro, no sabían cómo explicar que todas las puertas estuviesen cerradas por dentro. Los forenses se basaron en el rigor mortis para deducir la hora de la muerte. Según dijeron se produjo sobre las 20:00. Pronto, las miradas de la policía se dirigieron hacia William.

Tras contar a la policía la curiosa llamada que recibió en su club de ajedrez para usarla como coartada, los agentes sospecharon inmediatamente que fue él mismo quien la hizo. Jamás había recibido ninguna , y era extraño que supieran que ese día iba estar por allí. Era cierto que los socios se apuntaban a partidas programadas que aparecían anunciadas en le tablón del club para informar a todos aquellos que quisieran asistir, pero en multitud de ocasiones Wallace no se había presentado. Además, la policía descubrió que la llamada misteriosa se realizó desde una cabina cercana a la vivienda de William. De hecho, estaba muy cerca de la parada del tranvía que le llevaba al club.

Estaba claro que la policía pensaba que Wallace asesinó a su esposa y después cerró la puerta con llave al marcharse. Sin embargo, la línea temporal en la que se suponía que se produjeron los hechos no encajaba con los movimientos de William. Así que, sin dar explicación alguna, la policía decidió que la muerte de Julia había sucedido sobre 18:30. De esta manera, daban a entender que Wallace había matado a Julia poco antes de acudir a su cita en Manlove Gardens. El problema era que a esa hora muchas personas habían visto a la señora Wallace por la calle, e incluso el lechero habló con ella poco antes de que William saliera de la casa para coger en tranvía dirección Manlove Gardens. Aún así, la policía mantuvo que esa era la hora del fallecimiento y que todo fue obra del esposo.

Julia Wallace
La vivienda de los Wallace.

Las pruebas contra William Wallace

A Wallace se le enjuició solo porque tuvo un comportamiento que se creyó sospechoso. Era muy raro que recibiese una llamada en el club minutos antes de aparecer, parecía poco creíble que no pudiese abrir las puertas y lo consiguiese cuando se encontró con los vecinos, y sobre todo, su reacción fue extremadamente fría ante lo acontecido. Pero a parte de esto, no existió prueba alguna que lo culpase.

Los tiempos y los hechos, por mucho que se intentara, no encajaban. Si el asesinato se produjo sobre las 20.00, recordemos que Wallace se encontró poco después con los Johnson. El matrimonio nunca dijo que observasen en William muestras de haber matado a golpes a una persona, ni que viesen manchas de sangre en su ropa. Para rebatir esto, la policía llegó a la conclusión de que para matar a su esposa Wallace se desnudó y se puso el impermeable que encontraron medio quemado. Sin embargo, ¿cómo era posible que un hombre de cincuenta y tres años (que en aquella época era casi como tener setenta) y enfermo del riñón hiciera un esfuerzo semejante sin que nadie notase un atisbo de agotamiento en él?

El juicio duró cuatro días. La prensa se frotó las manos y lo convirtió en un caso mediático. Presentaron a William como un tipo frío y calculador, algo que caló en la opinión pública. Sin pruebas claras y convincentes, el jurado declaró culpable a Wallace. Fue condenado a la pena capital. El ahora condenado siguió luchando por su inocencia junto a los abogados. Tras mucho esfuerzo, consiguieron que la Corte de Apelación Criminal revocase el veredicto y William Wallace fuese liberado. Se reconoció que había sido condenado guiándose solo por suposiciones y conjeturas.

A pesar de anularse la condena, Wallace continuaba siendo culpable para la sociedad. Sintió que Liverpool se había convertido en un lugar hostil para él y decidió mudarse a Clatterbridge, donde falleció un par de años después del asesinato de su esposa a causa de sus problemas renales.

Un crimen sin resolver

Pasaron los años y no se volvió a tocar el caso de Julia Wallace. Realmente, la investigación fue bastante chapucera. No se hizo un estudio forense adecuado y se dejaron llevar por evidencias en lugar de abrir más líneas de investigación. Se preocuparon más de acusar a William que de encontrar la verdad. Hubo dos nombres que salieron a la luz como posibles culpables: Richard Parry y Joseph Madsen. Parry era un empleado de William al que despidió por trapichear con las cuentas. Se dice que conocía a Julia y que conocía que en un cajón del salón su jefe guardaba dinero. Pero…¿realmente llegaría a matar por cuatro libras? Parry llegó a ser investigado por la policía. Consideraron que tenía una coartada sólida para aquel día y se olvidaron de él.

La historia de Madsen es más sórdida. Se llegó a decir que Julia le pagaba a cambio de sexo. Un día, Madsen le dijo que no volvería más porque se había comprometido con una mujer de familia adinerada. Julia podría haberle amenazado con decirlo todo si no volvía y Madsen la acabó matando para que su oscuro secreto no fuese revelado. Parece poco probable esta última hipótesis, ya que los que conocían a Julia la veían incapaz de pagar por semejantes servicios.

El caso de Julia será un misterio para siempre, y más que por la maestría del asesino, lo será por la horrible investigación que se llevó a cabo. La policía tenía muy pocos efectivos en aquellos años, y deseaban acabar cuanto antes con el caso, aunque eso significase llevar, o quizás no, a un inocente a la horca.

Julia Wallace

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