Recuerdo aquella canción de Amaral que rezaba algo así como: «Y ahora sin ti no soy nada. Sin ti niña triste que abraza su almohada.» Creo que serían las palabras que pronunciaría alguien con un problema de dependencia emocional. Son personas con grandes carencias y problemas de autoestima, así que concentran todo su amor y energía en los demás.
La idea de quedarse solos les aterra y desespera, por lo tanto, deciden acceden al más mínimo de los deseos de aquellos a los que aman. Claro, a cambio de ser complacientes lo quieren todo de aquellos a los que aman. Todo su tiempo, todas sus miradas, todo su amor, toda su energía…algo imposible y que se se convierte en asfixiante para los demás.
Pero no voy a explayarme más, para hablarnos del tema tenemos a la psicóloga sanitaria Stefany Estévez. Un lujo poder contar con ella en los artículos de Psicológica_Mente.
«Necesitan de la aprobación de los demás constantemente»
¿Qué es exactamente la dependencia emocional?
Una manera disfuncional y dañina de relacionarse. Los dependientes emocionales acostumbran a ser individuos inseguros, complacientes hasta el extremo, poco resolutivos y con una confianza en sí mismos y una autoestima muy bajas. Les cuesta mucho gestionar la soledad y acostumbran a idealizar exageradamente a los demás, sobre todo a sus parejas, a las que convierten en el centro de su universo. Para estas personas sus propias opiniones, deseos, necesidades… pasan a un segundo plano, porque lo más importante son los de sus novios o novias.
También necesitan de la aprobación de los demás constantemente y, como temen que las abandonen o las dejen de lado, tienden a angustiarse mucho y a imaginar lo peor cuando ven alguna señal, real o imaginaria, de que eso va a pasar. Por ejemplo, si el novio o novia de una persona con dependencia emocional sale de fiesta con amigos y no la llame para preguntarle cómo está, ella se angustiará preguntándose si acaso su pareja no llama porque está enfadada y qué es lo que ha podido hacer para que se enfade.
Poco a poco, la ansiedad irá aumentando hasta que, posiblemente, al final sea la propia persona dependiente quien telefonee o mande mensajes para asegurarse de que su pareja no está molesta, que no le está poniendo los cuernos y que volverá a casa a tiempo para estar con ella. Este tipo de dependencia es más común en mujeres, pero también pueden sufrirla los hombres.
¿Cuál es la causa de la dependencia emocional?
Pues para explicarlo voy a resumirte la teoría del apego, la cual, defiende que la manera como nos vinculamos de pequeños con nuestros principales cuidadores influye en nuestra autoestima y la forma de relacionarnos cuando somos adultos.
Según esta teoría, existen cuatro tipos de apego: el primero es el apego seguro, el único que tiene consecuencias positivas a largo plazo, ya que el niño o la niña crece sabiendo que sus adultos de confianza son una fuente de amor, protección y seguridad a la que pueden acudir. Luego tenemos el apego inseguro, que es aquel en los que los padres o cuidadores principales de esa persona no le proporcionaron de pequeña el cariño, las atenciones y los cuidados necesarios para que desarrollara una buena imagen de sí misma y supiera relacionarse de forma funcional. Dentro de este tipo de apego se engloban el evitativo (marcado por relaciones frías y distantes entre cuidadores y niños), el desorganizado (negligencia, abandono, violencia…) y el ambivalente, que es el que está más relacionado con la dependencia emocional a futuro, porque este tipo de apego, implica que los cuidadores de un niño o niña unas veces se muestran atentos o receptivos, pero otros en cambio tratan a la criatura de manera hostil o no atienden sus demandas de cariño.
En estos casos los menores aprenden que no pueden confiar en que los adultos con los que conviven vayan a cubrir sus necesidades cada vez que los necesiten, pues unos días sí lo harán pero otros no, lo que les genera una gran inseguridad y confusión, sentimientos de culpa, creencias de que tienen poco valor o no merecen ser amados y miedo al abandono.
Hay que tener en cuenta que es muy difícil entender por qué una persona un día parece quererte y al otro actúa como si no le importaras, es una experiencia que acostumbra a minar mucho porque quien la vive no entiende qué ha hecho mal. Si eso es doloroso para una persona adulta, imaginemos lo que puede llegar a sentir una niña o un niño en esas circunstancias cuando quienes lo tratan así son las personas que se supone que más lo aman y de las cuales depende su supervivencia.
Más allá de esta teoría, haber vivido relaciones abusivas a una edad muy temprana también puede ser la semilla de una personalidad dependiente. Imaginemos a una persona que en la postadolescencia establece una relación amorosa con alguien narcisista, por ejemplo, y el noviazgo dura varios años. Es probable que después de eso las creencias que tenga sobre sí misma y sobre las relaciones estén muy distorsionadas.
Tampoco quiero dejar de comentar que unos padres que sufren de dependencia emocional pueden educar hijos igualmente dependientes, pues al intentar llenar sus carencias emocionales a través del amor de sus hijos, acabarán generando que no haya una separación sana entre las dos partes y que los hijos crezcan normalizando actitudes de sus progenitores que en realidad no son deseables.
Pero bueno, el resumen sería que la dependencia emocional generalmente es el resultado de una autoimagen y una autoestima muy negativas. De una idea distorsionada de lo que puede esperarse en una relación de pareja, y de haber crecido en un hogar con apego no seguro.
«Las relaciones con alguien dependiente acostumbran a ser conflictivas, lo que coloquialmente llamamos «relación tóxica»
¿Qué tipo de comportamientos y actitudes son típicas de una persona con esa dependencia?
Pues una persona con dependencia emocional será alguien con grandes dificultades para asumir el control sobre su propia vida, marcarse objetivos, tomar decisiones o comenzar cosas nuevas. Normalmente, esperará que sean sus seres queridos quienes resuelvan sus problemas. Además, intentará conservar el afecto de los demás (sobre todo de sus parejas) a toda costa. Seguramente se mostrará muy cariñosa y sumisa, fingirá que tiene una personalidad diferente, o que posee unas aficiones que en realidad no le interesan, o modificará sus opiniones para que concuerden con las de las personas por las que siente esa dependencia. La idea sería: «me anulo yo con tal de que mi pareja, o mi amigo, o mi familiar no se canse de mí y me deje«.
Pero claro, eso implica un coste emocional muy elevado, porque están renunciando a su identidad para complementar la de otros. Por si fuera poco, como tienen el listón muy alto sobre las atenciones y cuidados que esperan de sus relaciones, la mayor parte del tiempo sus necesidades se quedan sin cubrir. Si se anulan a ellas mismas para complacer a sus parejas y resulta que siguen sintiéndose inseguras de la lealtad o la devoción de la otra persona, la tristeza, la frustración y la ansiedad serán cada vez más elevadas. Imagínate que te sacrificas hasta el punto de perderte a ti misma con el fin de conseguir algo de alguien y luego sientes que esa persona no te lo da… ¿no te sentirías decepcionada, enfadada y estafada?
El error aquí es que las expectativas que una persona con dependencia emocional tiene sobre sus relaciones suelen ser exageradas y poco realistas, fruto de su propio concepto disfuncional sobre los vínculos afectivos. Sus parejas no tienen la obligación de permanecer siempre a su lado, ni mucho menos de llenar sus vacíos afectivos y, de hecho, no es algo que esté en sus manos. Por supuesto que deben respetarlas y apoyarlas en su día a día, pero los seres queridos de una persona dependiente emocional no pueden responsabilizarse de su felicidad. Tú eres la única que puede sanar tus propias carencias emocionales, y aunque los demás te acompañen en el proceso y te lo hagan más fácil, el trabajo es solo tuyo. Si otro intenta hacerlo por ti, no funcionará. Sin embargo, las personas dependientes emocionales no lo entenderán así.
Es por eso que las relaciones con alguien dependiente acostumbran a ser conflictivas, lo que coloquialmente llamamos «relación tóxica», ya que no hay unas expectativas ni una separación sana en ese vínculo. Porque además esa es otra: normalmente cuando alguien con dependencia emocional está en pareja, suele dedicar mucho menos tiempo a sus amistades, parientes, aficiones… a veces hasta el punto de «desaparecer» del entorno, ya que quiere estar con su novio o novia casi de forma exclusiva. Si a su pareja no le pasa lo mismo y pide un poco más de espacio, es posible que el dependiente emocional se decepcione o se enfade por no sentirse suficientemente apreciado.

» El miedo de que la persona que aman las deje es tan difícil de controlar que muchas veces harán lo que sea para evitar decepcionarla»
¿La dependencia emocional puede ser también un síntoma de algún tipo de trastorno o enfermedad mental?
Sí, del Trastorno de Personalidad Dependiente. Se llama así, tal cual. Se caracteriza por lo que te venía diciendo hasta ahora: la persona que lo padece presenta una gran necesidad de que la cuiden, miedo al rechazo o la separación, comportamiento sumiso, dificultades para tomar decisiones y para expresar desacuerdo, espera que los demás asuman sus obligaciones en prácticamente cualquier situación que se les presente, búsqueda exagerada de aprobación ajena, miedo a la soledad y a no poder encargarse de resolver sus propios problemas y suele encadenar una relación de pareja tras otra, precisamente porque siente pavor a estar sola y tener que responsabilizarse de sí misma. Cuando pasan por una ruptura, se desesperan y angustian como si acabaran de privarlas de una droga de la que tenían cierta adicción, hasta que enlazan con otra.
¿Las personas que sufren esa dependencia pueden llegar a ser grandes manipuladoras?
Sí, pueden, precisamente porque como comentábamos antes, para ellas el miedo de que la persona que aman las deje es tan difícil de controlar que muchas veces harán lo que sea para evitar decepcionarla o que esta se aleje de ellas, lo que en ocasiones puede incluir el fingimiento o la mentira.
También pueden surgir comportamientos posesivos, celosos, victimistas y controladores. El dependiente usará tácticas de manipulación, por ejemplo, para que su pareja no salga sin ella o para que le dedique la mayor parte de su tiempo, y esas conductas también es posible que las tenga con sus amistades a fin de evitar que queden con otros amigos en vez de con ellos, o incluso para saber si lo han hecho.
Un ejemplo sería: «El viernes pasado saliste a cenar con Ana, ¿verdad?… ¿ah, no? Ella me dijo que os visteis«, cuando en realidad nadie le ha dicho nada. No lo hacen por malicia o por sembrar cizaña, sino porque el miedo al rechazo y al abandono les causa mucho sufrimiento y es su forma de intentar calmarse. Pero claro, incluso aunque sea así, las consecuencias son igualmente perjudiciales para ellas y para su entorno.
» Será muy difícil que establezcan relaciones de pareja equilibradas y funcionales»
¿Qué tipo de pareja suelen escoger las personas con dependencia emocional?
En general, si alguien con dependencia emocional nunca ha tratado su problema será muy, muy difícil que establezca relaciones de pareja equilibradas y funcionales, ya que puede que tiendan a relacionarse sentimentalmente con individuos que se aprovechen de su baja autoestima y sumisión para maltratarlas psicológicamente. En ese contexto, las personas dependientes aguantarán insultos, faltas de respeto, menosprecios, humillaciones, amenazas, escenas de celos, prohibiciones… con tal de no perder a su pareja, porque estarán absolutamente convencidas de que sin ellas no son nada.
También puede ocurrir que sus parejas se agobien o se sientan abrumadas por las exigencias de los dependientes emocionales, y entonces, los que pueden caer en chantajes emocionales, prohibiciones, conductas de control, amenazas de suicidio y reproches por no satisfacer sus necesidades serán ellos. No es extraño que una persona con dependencia emocional tenga relaciones afectivas en las que se den ambas circunstancias, es decir, que aguanten comportamientos abusivos de sus parejas pero que, a la vez, ellas mismas también los tengan.
Pero ojo, que en este tipo de vínculos también es muy común la codependencia: es decir, en una pareja una de las dos partes es dependiente a nivel emocional y la otra puede no serlo, pero asume el papel de cuidador de su pareja y termina cediendo a sus demandas, cuidándola hasta extremos poco recomendables y evitando hacer cosas, que de por sí no tienen nada de malo, pero que saben que angustiarán a su pareja dependiente.
Así se establecen dos roles en ese vínculo: uno es la niña o el niño que busca un cariño y una seguridad que no le dieron durante la infancia, y el otro, es el que protege y trata de hacer lo que los padres de su pareja no hicieron años atrás. Eso acaba desgastando al codependiente, quien termina convirtiéndose en el papá o la mamá de la persona con la que se acuesta cada noche, pero es que para el dependiente emocional tampoco es beneficioso, porque resulta que ya no es un chiquillo. Es una persona adulta y, como tal, le corresponde tomar el control sobre su propia vida y sobre sus emociones.
Sin embargo, puede ser tan difícil para la pareja de un dependiente emocional romper la relación como lo es para el propio dependiente, precisamente, porque la primera siente una especie de responsabilidad o deber hacia la otra parte, como si fuera su obligación cuidarla y protegerla igual que lo haría con un niño a su cargo. Por eso se llama «codependencia».
Ven a su pareja dependiente como alguien frágil, dañado o necesitado de un amor y unas atenciones que solo ellos pueden darle. Es algo así como: «me necesita» o «no puedo fallarle yo también, no puedo abandonarla o hacerle daño porque solo le faltaría eso«. Por esta razón si una persona con dependencia emocional se empareja con otra muy altruista y a la que le gusta sentirse necesitada, el resultado puede ser un cóctel molotov, un vínculo muy destructivo.
«En terapia se trabaja la dependencia emocional ayudando al paciente a darse cuenta de su problema, mejorar su autoestima»
¿Es posible, con tratamiento, dejar de ser dependiente emocional?
Sí, lo es. Por eso yo animo a cualquier persona que se sienta identificada con este artículo a buscar ayuda profesional. Ir a terapia provocará que se enfrente cara a cara con partes de sí misma o de su vida que seguramente no le gustarán. Es como cuando sanas una herida física: al principio tiene que escocer para que pueda curarse, y si hablamos de una lesión más grave seguramente dolerá bastante mientras la intervienen… pero será un dolor temporal, mientras que de la otra manera el sufrimiento se alargará por años o décadas.
Normalmente, en terapia se trabaja la dependencia emocional ayudando al paciente a darse cuenta de su problema, mejorar su autoestima y hacerse consciente de sus creencias disfuncionales sobre las relaciones, con el fin de aprender a vincularse de manera sana y beneficiosa para todas las partes.
Si en ese momento tiene novio o novia, también se puede realizar terapia de pareja. Merece la pena, ya que, si la alianza terapéutica con el profesional es buena y el proceso se lleva de forma efectiva, por norma general las vidas de los pacientes que llegaron a consulta padeciendo dependencia emocional mejoran mucho en todos los ámbitos.
