Guillaume de Tignonville: el detective del siglo XV que resolvió el crimen de Louis I

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Louis I, duque de Orleans y regente de Francia, fue una de las grandes figuras políticas del país galo del siglo XIV y principios del XV. El hermano de Louis, Carlos VI, fue retirado de los asuntos importantes del reino al dar muestras de inestabilidad mental. Es entonces cuando se nombra a Louis regente. Su primo, Juan I de Borgoña, conocido popularmente como Juan Sin Miedo por su valentía en las batallas, siempre le disputó la regencia. Hubo guerras, conjuras, traiciones… fue una época muy convulsa para Francia.

En 1407, el tío de ambos, Juan de Valois duque de Berri, intercedió para que ambos primos firmasen de una vez la paz. Tanto Luois como Juan Sin Miedo, parecieron recapacitar ante la petición de su tío y decidieron que lo mejor para Francia era abandonar sus ambiciones personales. Parecía el fin de tantos años sangrientos y llenos de oscuridad.

Un terrible crimen

Un frío día de noviembre de 1407, apenas tres días después de que los primos firmasen la paz, mientras Louis paseaba por las calles de París montado en su corcel, le abordaron un grupo de hombres armados. Sin que apenas le diera tiempo a reaccionar, le seccionaron los brazos para acto seguido darle muerte. Sus restos se intredujeron en una vivienda de la calle Vieille du Temple en Marais.

Allí reposaron los despojos de Louis hasta que Guillaume de Tignonville, representante del rey en París, acudió a verlos e investigar qué diablos había sucedido. Cuando le relataron cómo sucedieron los hechos, inmediatamente puso en marcha una investigación para resolver quién había sido el instigador de la muerte de Louis I. 

Asesinato de Louis I
Asesinato de Louis I

 

Comienza la investigación

Ante tal grave situación, lo primero que decide Tignonville es cerrar las puertas de París lo antes posible. Había que encontrar a los ejecutores para conseguir que delatasen al verdadero culpable del crimen. Como si de un episodio de Sherlock Holmes se tratase, pidió en las posadas los nombres de los huéspedes que se habían alojado en los últimos días, registró a fondo las viviendas sospechosas de haber escondido a los asesinos y apuntó prolijamente todo cuanto le pudiese resultar relevante en la investigación.

Los interrogatorios se produjeron en la fortaleza, el Châtelet de París, un lugar muy bien equipado con terribles artilugios para «ayudar» en las confesiones en el caso de que se considerase necesario. Todas las declaraciones fueron debidamente transcritas. Tras días y días de arduas investigaciones, Tignonville se dio cuenta de que detrás de la muerte del regente había manos muy poderosas. Aquellas conclusiones no le detuvieron, y realizó un acto sin precedentes en la época: registrar los palacios de los lores de la ciudad. Aquello provocó el pánico entre ellos. 

Finalmente, uno de los lores confesó. Relató que instigados por Juan Sin Miedo, el crimen se había llevado a cabo por el valido real Thomas de Courteheuse y Raul de Anquetonville, el cual lidero el grupo de quince sicarios que acabaron con la vida de Louis I. Guillaume de Tignonville consiguió resolver el asesinato con absoluta maestría. Todo lo fue apuntando en un pergamino enrollado, el cual llegó a medir diez metros, que estuvo desaparecido durante mucho tiempo hasta que lo encontraron en el siglo XIX. Toda una joya histórica.

Ser el culpable intelectual del crimen no le trajo grandes consecuencias a Juan Sin Miedo, sin embargo, aquel infame asesinato desembocó en una sangrienta guerra civil entre los Armagnac y los borgoñones. Curiosamente, Juan también acabó asesinado después de reunirse con Carlos VII para pactar una tregua. ¿Justicia poética?

Juan sin miedo
Juan sin miedo.