Luis Candelas es uno de los bandoleros más conocidos de España. Nació en Madrid en 1804, en una familia que sin llegar a ser rica podía vivir de manera acomodada. Los padres de Luis eran cultos e intentaron dar una buena educación a todos sus hijos. Cuando vieron que su Luisito comenzaba a torcerse decidieron enviarlo a estudiar al colegio de San Isidro. Ahora es un instituto público de mucha fama en la capital que sigue conservando la solera de aquellos años.
Luis no era mal estudiante, le encantaba aprender y la lectura. Sin embargo, odiaba la disciplina. Era un jovenzuelo travieso que no dejaba de pensar en maldades para divertirse durante las clases. En una ocasión, uno de los profesores le castigó dándole una buena bofetada. A Candelas esto no le hizo la más mínima gracia y le devolvió el tortazo con intereses. Lógicamente fue expulsado.
Un caballo y una mula
Es en ese momento cuando Luis se echa definitivamente a las calles. Formó su propia banda en la que imperaba la no violencia. Aunque esto es un tanto relativo. Es cierto que Candelas nunca hirió ni mató a nadie, pero el hecho de que te apunten con un trabuco para quitarte la faltriquera o que entren en tu casa y te amordacen, ya es un acto de violencia en sí. Pero tenemos que mirarlo con los ojos del siglo XIX. En aquellos años la vida era aún más brusca y la población bastante bestia, así que perpetrar un robo sin liarse a puñetazos se debía considerar entonces casi un acto de bondad.

Según parece, Candelas era guapo, con buenos modales y seductor. Tenía todas las amantes que quería, y aunque a veces les pedía dinero, dicen que las trataba bastante bien. La primera vez que fue enviado a galeras fue porque le pillaron vagando de madrugada por la plaza de Santa Ana. Ahora se hubieran inflado a detener gente los alguaciles de entonces. Solo por eso, estuvo preso un par de semanas. Después, sería detenido por robar un caballo y una mula. Le condenaron por aquello a seis años de trabajos forzados, aunque a los ocho meses consiguió escaparse.
Luis Candelas: todo un seductor
Luis Candelas era famoso por planear minuciosamente todos los robos que realizaba. También se inventaba timos ingeniosos y no le hacía ascos a desvalijar viajeros por los caminos de España. A pesar de sus fechorías, era un tipo que caía bien en el pueblo. E incluso las muchachas suspiraban cuando se pronunciaba su nombre y alguien comentaba los impresionantes ojos oscuros que lucía el caballerete. En las crónicas, también solía hacerse hincapié en la fascinante sonrisa del bandolero…parece ser que conservaba todos sus dientes y en aquella época asombraba bastante la cosa.
Algo que yo he oído comentar desde pequeña sobre el bandolero es que era una especie de Robin Hood, pero sinceramente no hay prueba alguna de que se dedicase a repartir entre los pobres su botín. Era más que claro que se lo quedaba para él y su banda. Otra cosa es que luego decidiese ayudar a alguien que recurriese a él. Lo cierto es que a la edad de treinta años Candelas ya se sentía cansado de la vida que llevaba. Desde hacía tiempo le rondaba por la cabeza la idea de dar un gran golpe y retirarse a vivir a Inglaterra con una identidad falsa.
El último golpe
Le pareció que la casa de la sastra de la reina María Cristina era el sitio ideal. La sastra era una mujer con mucho dinero, y sin duda, parte de él lo guardaba en casa además de unos cuantos objetos de valor. Dicho y hecho. La banda de Candelas entró en la casa, amordazaron a todos y arramplaron con lo que pudieron. Inmediatamente se dio voz de alarma y los malhechores fueron perseguidos. En aquel entonces, Luis tenía una relación con una muchacha llamada Clara. Huyó con ella hasta Gijón, y fue allí donde Clara, asustada, le confesó que no deseaba marcharse a Inglaterra. Luis, dio media vuelta y decidió acompañarla hasta las afueras de Madrid para después intentar huir solo. Aquella decisión selló su destino.
En el camino de vuelta a Madrid, Candelas había vendido parte del botín de la sastra, y gracias a esto las autoridades pudieron rastrearlo y dar con él. El bandolero fue detenido en el puesto de aduanas del puente Mediana, situado en el camino real de Valladolid a Toledo. En aquella ocasión ni pudo fugarse ni sobornar a nadie para que le dejasen escapar. Haber mancillado la casa de la sastra real fue un tremendo error. Lo trasladaron a Madrid y fue encarcelado en el edificio donde ahora se ubica el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Detención y muerte
En 1837, cuando Candelas contaba con treinta y dos años de edad, fue acusado de perpetrar más de cuarenta robos y sentenciado a morir en el garrote vil. Una sentencia tremendamente cruel para alguien que no se había manchado jamás las manos de sangre. Sin duda, la sombra de la reina regente era demasiado alargada y no pensaba perdonar al bandolero la afrenta cometida contra la sastra.
La pena contra Luis candelas se cumplió en la plaza de la Cebada, no muy lejos del barrio donde nació. Dice la leyenda, que poco antes de ser ajusticiado, el bandolero pronunció las siguientes palabras: «Adiós patria mía. Sé feliz». Ya sabemos que la figura de Candelas está mezclada con la leyenda, así que es complicado saber a ciencia cierta si es cierto o no que dijo estas frases antes de morir.
En el título del artículo planteo la pregunta de si fue un héroe o un villano. Creo que se aproxima más a lo segundo, aunque pienso que no mereció en absoluto ser condenado a muerte. No hay constancia de que se dedicase a repartir pesetas entre los menos desfavorecidos, y el hecho de timar y desvalijar casas es más propio de almas villanas que bondadosas. Confieso que la figura de Luis Candelas me es muy simpática, pero eso no me convierte en fanática de su persona. Así que sí, para mí fue un villano simpático e interesante.

Buenas tardes, Pienso que en las leyendas siempre hay algo de verdad y seguramente fuera un villano pero no tan malo como los había entonces, esto junto con lo de que era guapo pues se convierte en una leyenda más atractiva para irle añadiendo historias.