Hay en las redes una fotografía de Meryl Streep en el metro de New York. Lleva un vestido estampado y una cartera barata. Es la década de 1980 y el pie de foto alude a una audición, en la que fue rechazada. La actriz asegura que por entonces el triunfo se le hacía esquivo, porque, entre otras cosas, su belleza no era algo al modo de Vogue o de Harper´s Bazaar, publicaciones que, por supuesto, luego la querrían en portada. Cabe anotar que para ella el triunfo consistía en tener trabajo, pues talento aunque fuese en bruto, le sobraba.

Y triunfó, y contribuyó a hacer de Hollywood algo menos frívolo, porque tal cosa es posible. Que la industria es avariciosa, pero sabe mirar lejos y no deja para mañana lo que pueda ingresar hoy, aunque sea a través de un cine verdaderamente artístico. Meryl Streep se aficionó a los Oscar, previa demostración de su estilo. Ahora, cuando llega a España para recibir el premio Princesa de Asturias de las Artes, amenaza con centralizar todo el protagonismo de los actos en Oviedo. Salen de nuevo a la luz su sencillez y su bondad, aunque alguno pueda dolerse de que le ha negado un selfie.
MERYL STREEP RECIBE HOY EL PRINCESA DE ASTURIAS
No queda periódico en España que no ande detrás de Meryl Streep por estos días. Lo que se dice vida social sí que ha hecho la actriz, y eso sin frivolidades. Asistió a un acto con alumnos de Secundaria. Fue al encuentro de los estudiantes de la Escuela Superior de Arte Dramático del Principado de Asturias y resaltó la importancia del teatro. “Hacer teatro es como esculpir en la nieve”, aseguran que dijo. “Aún tengo los sueños intactos”, añadió frente a los alumnos que hasta ahora sólo de eso disponen: de los sueños.

Al atardecer de este viernes, cuando reciba junto a los demás escogidos el premio Princesa de Asturias, España y con ella buena parte de la Hispanidad le entregarán el tributo que Meryl Streep se ha ganado con creces. Si hay un rasgo suyo que subraya la prensa, es la ética, y eso es como una flecha de dos puntas. Pues indica que en el mundo del espectáculo la ética no es lo primordial y que tampoco lo es la calidad artística.

A partir de esa suposición nos podemos poner apocalípticos, o integrados, parafraseando a Umberto Eco. En cualquiera de los dos casos, recordemos que hay artistas como la Streep, que convoyan sin esfuerzo lo que es de genios y lo que es de humanos.