Mi Nombre es Ninguno (Il mio nome è Nessuno – Tonino Valerii, 1973).
La historia de un vagabundo sin nombre que resulta ser el fan número uno de un gran pistolero, al que está empeñado en enfrentar a base de enemistarle con cientos de mineros, para así montar un gran duelo épico, observar su potencial y convertirle en una leyenda a base de contar muertos…
“Mi Nombre es Ninguno” es un spaguettiwestern cómico de 1973. Dirige Tonino Valerii, y en el guión y en la realización (no acreditado) participó el gran Sergio Leone. Protagonizan Terence Hill (veneciano de nombre real Mario Girotti), y Henry Fonda. En papeles secundarios tenemos a Jean Martin (recordado en su enorme papel del jefe de los torturadores de La Batalla de Argel), como Sullivan, y al entrañable R. G. Armstrong (mítico secundario en los films de Sam Peckinpah), en el malparado rol del Honesto John.
La película resulta especial por una extraña característica: además de suponer la contraposición del western norteamericano (el clásico) con el italiano, aspecto encarnado en el tándem FondaHill, supone a su vez la contraposición entre el western clásico italiano y el moderno. Y es que efectivamente existe el western clásico italiano, el de Leone, también el europeo en general, en el que se marca un antes y un después en el éxito de “Le Llamaban Trinidad” en 1970, de nuevo con Terence Hill. Además, tras importarse el género desde Estados Unidos, se exportó de vuelta.
Arranca la película, tras un tiroteo con espejos y relojes implicados (objetos cotidianos a lo largo del film), un hijo pregunta a su padre si ha visto a alguien más rápido que Jack Beauregard (Fonda): “¿más rápido que él? Ninguno”. Acto seguido vemos a “Ninguno” (Hill) pescando peces con mosca y un gran palo, con una deliciosa música de fondo a cargo del genial Ennio Morricone, una música que levanta el ánimo a cualquiera. Empezamos a notar que Ninguno está empeñado en crear situaciones en las que se vea la rapidez del pistolero Fonda, como si Hill fuera una especie de “groupie” que sigue a Jack a todas partes, para ver qué hace, cómo responde ante esas situaciones.
El clímax es una batalla épica entre Fonda y cientos de mineros, batalla provocada por la cizaña de Ninguno, que cuenta y anota los muertos desde un tren al que no deja subir al pistolero Jack cuando éste intenta acercarse. En ese momento, Morricone homenajea a lo loco a las Valkirias de Wagner, y desde una voz en off escuchamos a Ninguno decir que van a poner el nombre de Jack en todos los libros de la Historia. Tras lo cual vemos a vaqueros muriendo, a montones, a dinamitazos (llevan explosivos en sus alforjas), y diferentes planos congelados de sus muertes plasmadas en el futuro… las fotografías aparecen realmente en los libros de Historia.
Entre todos estos y otros líos la película también trata un tema universal, el enfrentamiento entre veteranía y juventud, paciencia y espontaneidad, abismales diferencias generacionales entre hermanos. Un toque en verdad romántico inunda el final de la película, donde necesarias voces en off nos recuerdan diálogos de los personajes, frases pasadas que vamos atando en el ahora.
Como pequeña anécdota, es impagable el momento en el que los protagonistas abaten pistoleros enemigos, pero se prueban al mismo tiempo entre ellos dos en mitad del tiroteo: disparan a sus adversarios… y a la vez a sus propios sombreros!
Acabo de ver la pelicula mentalmente solo.con esta critica,me encanta,la vere..
Fantástica entrada Mikel. Ánimo con el blog. Espero que alimentes la cultura mayéutica en el mundo de la cinematografía.