Con el estreno de la última película de Borja de la Fuente, La última noche de Sandra M. , la figura de la joven actriz ha vuelto a ser actualidad. Sandra Mozarowsky, era hija de un diplomático ruso y una española. Nació en Marruecos, en 1958. Años después, se trasladó toda la familia a Madrid por motivos laborales. Sandra, en realidad Alexandra Elena, era bella a rabiar y poseía una larga cabellera de color castaño que enmarcaba su armónico rostro aniñado.
Se sintió atraída por el mundo de la interpretación desde pequeña. De hecho, con solo diez años debutó en el cine de la mano de Pedro Lazaga en El otro árbol de Guernica. La película, cuenta la dramática historia de un grupo de niños vascos que son evacuados del país cuando estalla la Guerra Civil. Su carrera comenzó con un papel dramático interesante, pero lamentablemente, cuando creció no continuó siendo así.
Con diecisiete años dejó definitivamente los estudios para dedicarse en exclusiva a la interpretación. Por desgracia, a Sandra le tocó vivir una época penosa del cine español: el destape. Tras la muerte de Franco y el fin de la dictadura, las secuencias sexuales y los desnudos femeninos cuajaron la mayor parte de las películas nacionales. Después de tanta represión, el cine español se soltó el pelo a lo grande. Lo cual significó una etapa muy desafortunada, e incluso desagradable, para muchas actrices jóvenes de entonces.

Lo importante era mostrar muslo y pechuga aunque fuese en detrimento de la calidad de los papeles. Muchas artistas de la época, se lamentaron amargamente de haber hecho cierto tipo de películas en los setenta. Que se lo pregunten a María José Cantudo, no tiene nombre toda la morralla que tuvo que soportar tras «La trastienda». Otras actrices que no eran demasiado buenas, pero con un físico espectacular, aprovecharon aquellos años turbios para amasar todo el dinero que pudiesen mostrando sus torneados cuerpos. A las que sí amaban la interpretación, no les quedó más remedio que apretar fuerte los dientes para seguir trabajando en el cine. Por un lado, tenían que seguir comiendo, y por el otro, no querían caer en el olvido. Aquella etapa, estaban seguras, terminaría tarde o temprano.
Con tan solo dieciocho años, Sandra había participado en veintiún películas y un capítulo de Curro Jiménez. Eran filmes principalmente eróticos en las que, en ocasiones, le doblaban la voz. Algo que les pasó a muchas. Querían su cuerpo pero no su esencia. Las malas lenguas de la época, dicen que Sandra se dedicaba también a la prostitución en un club que pertenecía al actor Paco Martínez Soria. Realmente, no se sabe con certeza si era así.
La joven actriz, pronto comenzó a llamar la atención de hombres poderosos de la industria del cine y del país en general. La deseaban, pero de manera clandestina y sin compromiso. Sandra comenzaba a estar harta de aquella situación. Odiaba sentirse un objeto tanto en su vida privada como en el cine. Entre sus planes estaba mudarse a Londres durante un tiempo para aprender bien el inglés y formarse mejor como artista. Estaba cansada de interpretar papeles anodinos creados únicamente para calentar al personal. Por eso, nadie se creyó la teoría del suicidio cuando, aquel caluroso agosto de 1977, se precipitó desde la terraza de su casa situada en una buena zona de Madrid.

La muerte de Sandra Mozarowsky
En realidad, hubo dos teorías oficiales sobre su trágica muerte: el suicidio y el accidente. Según parece, los médicos que la atendieron llegaron a la conclusión de que, cuando la joven estaba regando las plantas en la terraza de su cuarto piso, sufrió un mareo y no pudo evitar caer al vacío. Sin embargo, las plantas estaban situadas dentro de la terraza, en ningún caso era necesario que Sandra se asomase para echarles agua. Además, la barandilla era bastante alta. El mareo se achacó a la obsesión de Sandra por adelgazar, lo que le habría llevado a comer muy poco y a tomar píldoras cuyo principal ingrediente era la anfetamina. Dicha obsesión, fue confirmada por familiares y amigos.
Otro de los rumores que existía sobre la actriz, era que se encontraba embarazada de cinco meses. Algunos han apuntado al emérito como el presunto padre. Al parecer, como Sandra se habría negado a realizarse un aborto, las altas esferas habrían decidido acabar con su vida. Solo son conjeturas. No se sabe a ciencia cierta si estaba embarazada porque ella jamás lo confirmó en ninguna de sus entrevistas. Lo que sí parece más veraz es su romance con el entonces tigre de La Zarzuela. Por todos es conocida su relación con Bárbara Rey y su voracidad sexual «borbónica». Se liaba con todo lo que respirase y llevase faldas.
El caso es que el 24 de agosto de 1977 Sandra se estrelló contra el suelo de la calle. Permaneció allí un buen rato, viva y desangrándose, hasta que un taxista se dio cuenta de lo sucedido. La llevó él mismo al hospital, donde falleció tras permanecer en coma varios días. La muerte de Sandra, con tan solo dieciocho años, siempre ha estado rodeada de misterio. Además, la autopsia de la joven desapareció, lo que convirtió el suceso en aún más sospechoso para aquellos que creían que podía haber sido un asesinato.
A día de hoy, sigue sin estar claro qué le pasó realmente a Sandra aquella calurosa madrugada de verano. Es posible que se hiciera una investigación pésima, y también lo es que se hayan ocultado datos relevantes para proteger a terceros. Posiblemente, nunca descubramos qué ocurrió realmente la última noche de Sandra M.

Mie**a de Monarquía. Pobrecilla