A excepción de una reunión de negocios, un evento protocolario o una audiencia real, en cada ocasión de reencuentro, al ser presentada, al celebrar algo, en un acto social o al despedir a una mujer, ¿por qué aquí siempre se le dan dos besos en lugar de estrecharle la mano? ¿Por qué aquí habitualmente no se saludan los hombres entre sí dándose dos besos? ¿Por qué es costumbre entre hombre y mujer? 

Costumbre que a las mujeres nadie nos ha preguntado si es de nuestro agrado. Sí, o sí, dos besos. Es una costumbre de cortesía y “de buena educación” que en la mayoría de las ocasiones a las mujeres nos desagrada y quisiéramos evitar, no solo el tener que dar dos besos a un hombre, a una mujer también.

¿Se imaginan a la reina Letizia siendo besada en cada momento de saludar en las recepciones, (a excepción de saludar a amigos y gentes de alto abolengo), ¿no, verdad? Ella da la mano con la misma naturalidad que un hombre a otro hombre. ¿Se imaginan el saludo entre hombres con mujeres, mujeres con mujeres, hombres con hombres que no se conocen de nada al entrar a una sala de reuniones para tratar asuntos de negocios multimillonarios dándose dos besos? ¿Se imaginan a una mujer al entrar en la consulta del ginecólogo dándole dos besos? ¿Se imaginan a un hombre al entrar a la consulta de la uróloga dándole dos besos?

Mujeres, ¿soléis dar de buen grado esos obligatorios besos por no sé qué normas de urbanidad? Les estoy hablando de los besos de cortesía y educación, no de los de demostración de cariño, que nos salen espontáneos y que nada tienen que ver con los otros. 

Queridas mías, ¿les ha pasado ir a dar la mano queriendo evitar los consabidos dos ósculos y se han valido de nuestra mano para acercaros hasta invadir nuestro espacio, más cercano a todo el cuerpo, para darnos esos besos que queríamos esquivar? 

Llevo desde que empecé a escribir estas líneas acordándome de mi amiga Lolimar, (sí, la tinerfeña asesora de Century 21, en Aguere, parece que voy a comisión, pero les aseguro que no), siempre dice que no le gusta dar y que le den dos besos, creo que en realidad es contraria a besuquear por norma, cuando un “hola” acompañado de un apretón de manos mirando a los ojos, con o sin sonrisa, le parece suficientemente adecuado, incluso una amable sonrisa sin dar la mano.

También estoy pensando en la tía Magdalena, que con su gracia natural, suele contarnos cada verano con qué repelús recibe los besos sudorosos de bienvenida al llegar al pueblo ¡jajajajajaja! 

Y también estoy pensando en las pobres criaturas que son obligadas a besar a todo quisqui para demostrar ser niñas y niños simpáticos y bien educados. Los niños son más afortunados, solo están obligados a besar hasta la adolescencia, cuando están en la edad del pavo ya empiezan a librarse de esta norma social. Las niñas, por el contrario, no tienen la misma suerte, nosotras seguiremos dando y recibiendo los dos besos de por vida o hasta qué sutilmente los rehuyamos: sonrisa, mirada a los ojos, plantar con firmeza un pie por delante para obstaculizar el avance contrario, mano extendida y el cuerpo hacia atrás. Hay que practicar, porque aun así los hay que consiguen acercar sus labios a las mejillas de la femenina. Cuando no a la comisura de los labios o todavía peor, en los morros directamente.

 ¡Criaturitas! Obligados a besar a la tía de la madre que pincha o al amigo del abuelo con barba que raspa, y nada más que porque es de buena educación. 

Esto de los besos hasta la adolescencia del niño bien educado, para mí es el símil perfecto del niño que vestía pantalón corto en épocas pasadas. Me explico. Hasta hace un par de generaciones, los infantes de todas las clases sociales vestían pantalón corto hasta la adolescencia en la que se les dotaba de su primer pantalón largo, dependiendo de la economía familiar se heredaba esa preciada prenda o se estrenaba; indistintamente la ocasión era una ocasión muy especial para ellos porque sentían que pasaban a ser mayores. Algo parecido a cuándo en la prehistoria el chiquillo cazaba su primer mamut. Me imagino. Pobres nenes en pantalón corto, lo mismo en invierno que en verano; con calcetines finos cortos en verano y largos hasta la rodilla y gruesos de lana en invierno. ¿Comparten la visión del simil del beso obligatorio y el pantalón corto hasta convertirse en hombrecitos?

¿Quién dicta las normas sociales? ¿Por qué he de besar a nadie al ser presentada o en cualquier otra circunstancia si no quiero hacerlo? ¿Por qué en unos casos el “protocolo” dicta dar la mano e inapropiado e improcedente dar dos besos?

¿Por qué tanto follón por el beso en los labios del calvo ese de la federación de fútbol a una de las jugadoras campeonas del mundo, y no cuestionarnos que todas reciban dos besos de parte de este señor, y el resto de señores de la fila, en lugar de estrechar la mano? Ojo que no estoy defendiendo al señor calvo ese de la federación.

No sé cómo hubiera reaccionado yo al ser sujetada por sus manazas por la cabeza y recibir ese beso: ¿me hubiera quedado sin reacción anonadada y sintiendo repulsión? O, ¿hubiera seguido caminando con esa repulsión, queriendo llevar mi mano derecha hasta su cara para estamparle con fuerza un buen sopapo en su cara dura, pero conteniéndome por educación? No lo sé, de lo que sí estoy segura es que me sentiría ultrajada.

Este abuso concreto lo hemos visto por la tele, pero las mujeres lo sufrimos en varias ocasiones a lo largo de nuestra vida. ¿Nos han preguntado si preferimos ser felicitadas por un éxito deportivo, laboral o por ganar un campeonato de ajedrez con dos besos o dando la mano? ¿Por qué no hemos cuestionado las mujeres esto de los dos besos en según qué circunstancias? Ya va siendo hora de que seamos nosotras quienes decidamos cuándo y a quién nos va a dar dos besos o un apretón de manos.

Sería ideal que al igual que el niño pasa a dar la mano al ponerse pantalón largo y hacerse mayor, las niñas también dejáramos de besar por norma al ponernos nuestro primer top-sujetador y hacernos mayores. Voy más allá, dejen de obligar a niños y niñas a saludar besando. Un respetuoso “hola” o un beso dado por qué les nace darlo y no por obligación, es más educativo para aprender a ser asertivos. Educación sí, imposición no.

10 comentarios

  1. A todo ello, añadir que el beso fue en la boca. Si estuvo bien ¿por qué no besó en la boca a la reina, a la infanta, en el palco…. o a Pedro Sánchez al llegar a la recepción en Moncloa? Y, desde luego,le faltó el beso en la boca al entrenador, que seguro que también se lo merecía.

  2. Hola Muga, dos besos.
    Que digo yo que a mi cuando una mujer me alarga el brazo, ya se que no le puedo dar dos besos, y cuando me acerca la cara, si. Tan fácil como eso lo tenemos. Apliquemos el sentido común, se evitan muchos conflictos

  3. Me uno a Lolimar y a la tía Magdalena. A mí tampoco me gusta dar esos 2 besos por qué sí y has abierto una interesante reflexión a debatir.
    He de reconocer que en mi ámbito laboral al saludar nos damos la mano tanto hombres como mujeres.

    Por cierto, me has hecho recordar como temblaba cada vez que tenía que darle los dos besos a mi tía Paquita que tenía unos pelos como agujas en barbilla y bigote….

  4. Yo eso lo tuve claro con mi hijo,nada de obligarlo a besar si no quería. Igualmente si un niño o niña no me quería besar,se lo decía a la madre,No le obligues!!!.

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