Hace un par de días supimos que los cinco tripulantes que viajaban en la cápsula sumergible «Titán» habían perecido intentando visitar el pecio del «Titanic». Inmediatamente comenzaron las críticas en las redes sociales. El patio de vecinos del siglo XXI. Algunos escribieron mensajes de condolencia, pero la mayoría eran despiadados e incluso burlescos. Los memes y los chistes comenzaron a circular sin misericordia alguna. Daban a entender que se lo merecían simplemente porque era un viaje de lujo y peligro extremo. Una experiencia que únicamente cumplen los más privilegiados de la sociedad. Aquellos que pueden encenderse los cigarros con billetes de cien euros si así lo desean. Es lamentable. Los muertos deben ser respetados vengan de donde vengan. Principalmente porque ya no pueden defenderse de los crueles e hieres comentarios de los haters que, desgraciadamente, pululan por las redes sociales.

¿Quién era Stockton Rush?

El sumergible «Titán» estaba en fase experimental. Su creador y fundador de la «OceanGate» , Stockton Rush, no lo ocultaba. Rush era un aventurero nato. Estudió ingeniería en una de las mejores universidades de los Estados Unidos. Se convirtió en piloto de avión a una temprana edad, y siempre tuvo el deseo de ir al espacio. No lo consiguió, así que decidió concentrarse en las profundidades del océano. Lo consideraba el otro espacio. El lugar donde vivirían los humanos cuando el sol se extinguiese.

Stockton creó el sumergible «Titán» con bastante soberbia. Muchos expertos le avisaron de que el sumergible no estaba preparado para semejante expedición y que tarde o temprano acabaría ocurriendo una desgracia. Él hizo caso omiso. No estaba dispuesto a que nada se interpusiese en su camino. Cuando el actor y youtuber mexicano Alan Estrada se sumó a la expedición, consiguió hablar con el propio Stockton quien le dijo lo siguiente: «Me gustaría ser recordado como un innovador. Creo que fue el general MacArthur quien dijo que eres recordado por las reglas que rompes. Yo he roto algunas reglas para hacer esto posible.» Tenéis la entrevista entera en su canal, «alanxelmundo».

stockton rush
Stockton Rush, fundador de la «OceanGate».

En el 2018, el director de las operaciones marítimas de la empresa advirtió que el «Titán» no estaba en absoluto preparado para sumergirse a cuatro mil metros y mucho menos para garantizar la seguridad de los tripulantes. Stockton se lo tomó como un ataque personal. Además de despedir al director, lo demandó. Rush consideraba que someter al sumergible a las interminables pruebas que le exigían empresas especializadas para garantizar que era seguro, no suponían más que una pérdida de tiempo.

Él consideraba que todo en la vida era un riesgo. No existía nada ni nadie que pudiera garantizarte que tu integridad se mantendría intacta desde que te despiertas hasta que te acuestas. Estamos de acuerdo con Rush en eso, pero también estamos de acuerdo en que su soberbia le cegó y le llevó a una muerte que se podía haber evitado.

El «Titán» fallaba mucho, y en ocasiones los turistas de lujo se tuvieron que volver a casa sin poder ver el pecio del «Titanic». Todos eran conscientes del peligro. Además de pagar un cuarto de millón de dólares, firmaban un acuerdo en el que se hacían responsables de lo que pudiera pasar una vez dentro del sumergible. Tenían claro que podían morir en el intento.

Titanic

El «Titán», tardaba unas dos horas en sumergirse y después otras tantas en emerger. Una vez alcanzados los cuatro mil metros, podían estar buscando el pecio durante muchísimo tiempo. Allá abajo está todo muy oscuro a pesar de que lleven luz en el sumergible. Según contó Alan Estrada, en la empresa te garantizan que estarás viendo los restos del barco durante cuatro horas, aunque en la mayoría de las veces es imposible cumplirlo.

Los cinco tripulantes que caben en el «Titán» deben ir sentados durante todo el tiempo. Es imposible estar de pie. Horas y horas en un especie de caja de galletas, sintiendo la presión del mar a cada momento y sin apenas poder moverte. Es una locura, pero había gente deseosa de vivir esa experiencia.

Turismo exclusivo

Las personas que tienen mucho dinero, pero tanto que pueden vivir siete vidas a todo tren y sin despeinarse, tienden a buscar emociones fuertes. Desean hacer lo que pocos pueden permitirse. Sentirse exclusivos y por encima del resto. Esto es así desde que el mundo es mundo. Tienen una mentalidad muy distinta al resto de los mortales porque pueden permitírselo. Con eso jugaba Rush. Él nunca los llamaba turistas sino expedicionarios, pero era una forma de engañarse a sí mismo.

Aquellas personas, sin duda, también tenían un punto de aventureros, pero principalmente eran turistas buscando exclusividad. Esto no significa que se merezcan ser deshumanizados y recibir burlas tras el trágico final que tuvieron cinco de ellas hace pocos días. Es como si todo el mundo se riese de las víctimas de un accidente de avión solo porque hubieran elegido una compañía low cost. ¿Se merecerían un terrible final solo porque decidieron viajar en un avión muy barato?

No hay nada risible en lo que ha sucedido en la última semana. Solo duelo, lágrimas y rabia. Todos sabían a lo que se arriesgaban y continuaron a delante. Nunca creemos que nos va a tocar a nosotros. Sin duda, el riesgo de perder la vida se multiplicaba por mil en el momento de entrar en el «Titán», pero estoy segura de que la mayoría de aquellos que viajaron tenían el convencimiento de que Rush sabía muy bien lo que hacía y que todo estaba bajo control.

Es increíble cómo una vez más la naturaleza y el destino nos demuestra lo pequeños que somos en el Universo. El envanecimiento humano se convierte en polvo de estrellas. El «Titanic» se creía insumergible, y Rush pensaba que romper reglas significaba ser un ganador. Ambos reposan ahora juntos. En la oscuridad del océano entre extrañas criaturas.

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