Hace poco más de un año, le comenté en un mensaje a cierta persona con mucha relevancia en un medio de comunicación y en redes que quizás sería interesante introducir temas que estaban de actualidad mediante películas de cine clásico. Obviamente, la persona relevante no me contestó jamás. Debió pensar que era una loca del moño y me ignoró con elegancia. Tenía razón. Aquella propuesta hacia aguas por todos los lados. Aunque si me hubiera mandado, al menos, un cordial saludo no me hubiese sentido tan idiota, las cosas como son.
Lo que propuse no es nada novedoso, como ya sabréis los que tenías un montón de decenios encima como yo. Aquello ya lo hacía José Luis Balbín con «La Clave». Un programa de notable éxito cuando en España sólo había dos cadenas. Ahora he decidido echar mano del mismo formato, ilusa de mí, con en este artículo. Tres películas, míticas y maravillosas, con tramas tan actuales que se pueden extrapolar a situaciones que se están viviendo hoy en día en España. Os diré mis conclusiones tras desarrollar la trama de cada film, y si habéis tenido a bien leer hasta el final este pretencioso artículo, después podéis dejarme las vuestras.
«El gran carnaval» (1951, Billy Wilder)
El personaje principal, Charles Tatum, está interpretado por el magnífico Kirk Douglas. No podía ser otro. Kirk, tenía esa encantadora sonrisa que por un lado te enamoraba y por otra te hacía sentir un cierto escalofrío. Su personaje, es un periodista sin escrúpulos venido a menos que busca la notoriedad de antaño a costa de lo que sea. Cuando va a cubrir un evento sin importancia, se encuentra con todo la zona en alerta tras accidentarse gravemente, y quedar atrapado, un trabajador que se hallaba en una cueva. Su cabeza comienza a pensar en fama y dinero. El accidentado queda en último lugar.
La trama está basada en dos hechos que conmocionaron a la sociedad americana en épocas distintas. En 1925, Floyd Collins quedó atrapado en el paso angosto de una cueva a diecisiete metros bajo tierra. Collins era espeleólogo y explorador. En aquellos años se hicieron muy famosas las cuevas interconectadas de la región de Kentucky, y la gente deseaba visitarlas. Muchos vieron un buen negocio en ello. Fue el caso de Collins, que decidió adentrarse más en las cuevas para encontrar caminos y zonas que explotar para el turismo.

Desgraciadamente, tuvo un accidente y se convirtió en uno de los eventos de mayor cobertura mediática de la época. La radio retransmitía la operación de rescate como si de un partido de béisbol se tratase. Hubo un derrumbe y el acceso de los rescatistas se hizo aún más complicado. No pudieron llegar a él hasta pasados catorce días, obviamente Collins ya estaba muerto. Pereció de hambre, sed y frío.
En 1949, una niña de tres años cayó dentro de un antiguo pozo de agua en California. Se hizo un gran esfuerzo para intentar rescatar a la niña en muy poco tiempo, incluso se llevaron focos que usaban en los estudios de Hollywood para alumbrar la zona. Los medios de comunicación también estaban allí. Se retransmitió todo tanto por radio como televisión, y e incluso la prensa mando a un enviado especial, el periodista Stan Chambers. No consiguieron salvar a la pequeña. Con el paso de los años, Chambers no recordaba el dolor de la familia y el sufrimiento de la niña. Se sentía orgulloso porque aquello fue una nueva manera de hacer periodismo.
A mí, me recuerda mucho a lo que vivimos con la desaparición de la medallista Blanca Fernández Ochoa y a la tragedia del pequeño Julen. Horas y horas de televisión. Minuto a minuto retransmitiendo la tragedia. ¿Realmente era lo que el público deseaba ver? ¿El mismo público que después se queja y aborrece este tipo de comportamiento de los medios de comunicación? No sé muy bien qué pensar. Creo que si este tipo de retransmisiones no tuviesen audiencia, no se harían. Con lo cual, te planteas quién es realmente el culpable de estas aberraciones mediáticas. Qué fue antes: ¿el huevo o la gallina?

«Chantaje en Broadway» (1957, Mackendrick)
Mi amado Burt Lancaster interpreta a J.J. Hunsecker, un cruel columnista del mundo del corazón al que todos odian y temen. Si le caes mal, escribirá cosas horribles sobre ti en su columna significando tu fin social. Por eso, todos hacen la pelota a Hunsecker y están dispuestos a cualquier cosa con tal de complacerlo. En realidad, el columnista desprecia a todos, y el único punto débil que tiene es su hermana pequeña. A la pobre la protege obsesivamente, apenas le deja respirar.
La hermana tiene un romance con un músico, cosa que no le gusta nada al columnista. Entonces aparece en escena Tony Curtis, un agente de prensa capaz de cualquier bajeza con tal de conseguir que Hunsecker hable bien de sus clientes. Es así como Falco, que es como se llama el personaje de Curtis, decide aceptar la propuesta del columnista para difamar gravemente al novio de la hermana.

No me digáis que no os suena. Periodistas sedientos de poder y venganza que crean campañas de desprestigio para acabar con una persona. Supuestos profesionales capaces de contar las mentiras más miserables con tal de conseguir sus objetivos personales. ¿Me podéis nombrar un caso actual? Seguro que todos tenéis el mismo en mente.

«La herencia del viento» (1960, Kramer)
Con esta película tocamos el fanatismo. Es un film que a mí personalmente me encanta. Cuenta con los divinos Spencer Tracy, Fredic March y Gene Kelly. La trama también está basada en un hecho real. En los años veinte del siglo pasado, un maestro de escuela fue llevado a juicio por enseñar en clase la teoría de la evolución, lo cual, obviamente, llevaba implícito que era imposible que el hombre hubiese sido creado con barro de la mano de Dios.
Esto ocurrió en Tennessee, lugar que nunca fue conocido por tener ideas muy progresistas. Un predicador terriblemente fanático decidió denunciar al buen profesor, y el juicio se convirtió en un evento muy mediático. La película es estupenda, porque expone con absoluta claridad hasta donde es capaz llevarnos el fanatismo. La intransigencia nos puede cegar y provocar que vivamos situaciones bastante desagradables e incluso ridículas. Defender tus ideas a costa de intentar exterminar al de en frente nunca puede acabar bien. Insultar, despreciar y acosar al que opina diferente a ti, no deja de ser un comportamiento que roza lo delictivo.

¿Y tú qué opinas de estas tres películas? ¿Te apetece buscarlas y decidir por ti mismo? ¿Crees que por medio del séptimo arte podemos darnos cuenta de situaciones de las que no nos habíamos percatado? Me encantaría que este artículo fuese muy leído, que debatiésemos sobre él y nos enriqueciésemos mutuamente. Es un deseo. Uno pequeñito que acabo de tener mientras me acomodaba en mi dura silla de escritorio. En vosotros está cumplirlo, pequeños genios de la lámpara.
Mi preferida es La herencia del viento. He de admitir que nunca había pensado en la relación de las películas clásicas con situaciones actuales, y parece que mucho no cambiamos como ser humano. Evolucionamos pero no internamente. Seguimos siendo igual que hace 100 años (o más). Nos mueven los mismos deseos,sentimientos y egoísmos. Una pena que la evolución sea externa.Felicidades por hacerme ver, a partir de ahora, las similitudes y diferencias (si las hay) de tiempos pasados y actuales.