En la piscina unas niñas felices cantan jugando dentro del agua: “El verano se acaba, ia ia bo”. Se sienten felices ante el inminente retorno al cole y el reencuentro con sus compañeros de clase y amigos. Estrenar mochila, cuadernos nuevos, estuche nuevo… Pero hay quienes el regreso al cole les produce pánico y ansiedad. Esos que lloran días antes, cada noche, bajo las sábanas agarrados a su almohada, contando acongojados los días que faltan para el comienzo del nuevo curso escolar.
Ese niño o niña , el día antes de comenzar el curso, lo vivirá con mucha angustia, puede que sufra náuseas durante la cena, que se le cierre el estómago, que tenga dolor de barriga, llanto incontrolado… Dormirá poco y mal, con pesadillas, despertando cada pocos minutos, con un sueño inquieto y solicitando compañía, o pasará la noche entera llorando angustiado.
Llegado el momento llorarán inconsolables, inventarán mil excusas para no levantarse de la cama, no querrán desayunar, volverán a tener dolor de barriga y lo poco que desayunen lo vomitarán. Se negarán a ponerse la mochila, lo mismo les dará que sea nueva y la que ellos eligieron; no querrán calzarse las nuevas zapatillas deportivas tan molonas que tanto deseaban; al salir de casa se sentirán como si fueran a ir directos al cadalso. Indudablemente, ese niño o niña tiene “Fobia Escolar”.
¿Qué es la Fobia Escolar?
La Asociación Española de Pediatría la define como “la incapacidad total o parcial del niño de acudir al colegio como consecuencia de un miedo irracional a algún aspecto de la situación escolar”. La mayoría de los niños y niñas, es incapaz de concretar la razón de esa ansiedad y pánico ante la perspectiva de tener que ir al día siguiente al cole.
La fobia escolar puede darse al comienzo del nuevo curso, al tener que repetir, al cambiar de colegio o durante el curso escolar. Normalmente, no es porque sea víctima de bullying. Hoy quiero centrarme en la fobia del primer día del comienzo del curso. También hay profesores que la padecen: la fobia del profesor novato. La sufren por inexperiencia, porque es un colegio nuevo, porque les da pánico entrar por primer día en el aula llena de alumnos que no le conocen y él o ella tampoco conocen, dando lo mismo los años de experiencia como docente.
Cómo pueden ayudar los padres a prepararse al niño para el primer día de clase:
- No dejar para la víspera trabajar en la gestión emocional del primer día de clase.
- A la angustia del hijo no sumar el estrés de sus mayores por no saber gestionar el malestar del hijo.
- Hablar con ellos desde la tranquilidad y de forma positiva, sin exagerar entusiasmo, explicarles cómo puede desarrollarse ese primer día.
- Explicarles que muchos de sus compañeros se sienten igual que ellos.
- Animarles a expresar sus sentimientos y hablar sobre ellos.
- Ayudarlos a crear herramientas para afrontar, desde su inteligencia emocional, las situaciones que más miedo les dan que puedan suceder.
Pero sobre todo hay que buscar un momento en el que el niño esté tranquilo para abordar el tema. Si no surge ese momento, se puede crear el ambiente óptimo: “hoy vamos a hacer una pizza casera”, y en lo que se está con las manos a la masa se saca el tema de forma casual y se habla con naturalidad sobre ello. Podemos ponernos en su lugar, a lo largo de nuestra vida hemos vivido muchos primeros días: “sé que es muy difícil”. Nunca restar importancia a lo que sienten y demostrarles que se confía en que ellos van a poder manejar la situación.

También es bueno explicarles que habrá profesores que al igual que ellos necesitarán ayuda los primeros días, por ser de fuera, por no conocer a los alumnos y a sus compañeros profesores. Que comprendan que los adultos tenemos miedos y situaciones a superar en condiciones iguales o muy similares que nos angustian.
Hay que poner especial atención a la reacción del niño, si le notamos que le incomoda la conversación, mejor dejar el tema e intentarlo otro día. Pero si está asertivo, podemos hablarle de nuestro primer día de vuelta al trabajo, cómo nos sentimos. Hacer una similitud entre la vuelta al cole y al trabajo. Siempre poniendo el énfasis en lo positivo, y en lo que les vamos hablando de nuestra vuelta al trabajo, poco a poco dirigimos la conversación hacia ellos. Porque hoy el tema del artículo es la fobia de la vuelta al cole, pero no nos olvidemos de la depresión posvacacional que padecemos algunos adultos.
Volviendo al niño y su miedo, hay que permitirle preguntar y debemos responderle con sinceridad. Sin decirle “cuándo seas mayor…”, “Ya eres un niño grande”; el niño es niño, pero no tonto. Hay que explicarle todas las cosas que necesita saber, que sepa que sus miedos son los miedos de muchos de sus compañeros, que también fueron los vuestros, que es un sentimiento normal, con palabras que pueda entender y si en el transcurso de esa conversación llora, hay que permitirle que lo haga.
Nada de “tranquilo no llores”, llorar le hace bien, suelta los nudos internos, en lo que llora no debe sentirse juzgado, hay que hacerles sentir seguros y con absoluta confianza de liberar todas sus emociones. Tenemos que tener en cuenta que su carga emocional es distinta a la nuestra y no tratar sus miedos como algo nimio, sin importancia.
Acercándose el día, si el o la niña sigue sufriendo de fobia escolar, necesita ayuda externa, hágalo saber en el colegio: a su profesora, al jefe de estudios, en dirección… Ellos saben cómo afrontar el problema, y le facilitarán más técnicas para preparar a su hijo o hija a vivir ese trance.
Llegado el día X, evidentemente es el primer día para todos los de la clase y el maestro no puede estar todo el tiempo con el niño o la niña, pero ya tendrá a su disposición esa persona que le haga de bastón a su hijo o hija: un compañero de clase con habilidades sociales, un profesor de apoyo, al psicólogo escolar (si lo hubiera) o el orientador escolar, alguien que con una actividad le ayude a reducir el nivel de ansiedad.
Si la fobia escolar es únicamente debida al inicio del curso, por regla general ese mismo primer día lo superará. Si, por el contrario, la angustia, se alarga en los días siguientes, la fobia se prolonga en el tiempo, ahí hay un problema a evaluar. Los colegios tienen protocolos de actuación para todos estos obstáculos de adaptación escolar.
Lo que es del todo desaconsejable es permitirles el ausentismo escolar, porque cuanto más tiempo se ausentan, más difícil es coger una rutina que sí o sí han de llevar. Faltar a clase un día, otro y otro refuerza la ansiedad, porque el niño o la niña sabe que llegará el día en el que definitivamente tendrá que ir a clase, con la incertidumbre diaria de cuando llegara ese día: ¿mañana?
Si la resistencia de un niño a ir a la escuela perdura, es abrumadora y prolongada, debería ser evaluado por el colegio y un profesional pediátrico de la salud mental, porque detrás de esa negación hay algún problema subyacente. Pero de esto ya hablaremos otro día.

Yo no lo he sufrido ,ni mi hijo tampoco,pero lo explicas muy bien ,siempre ayudar al niñ@ a que sea lo menos traumático posible.
Así es, procurar reducirles esa ansiedad.