Fotografías: Cortesía Agencia Bellón&Guidera
El acento cubano es uno de los más hermosos del planeta. Te regala el oído, y además trae aroma a hierbabuena con limón. La actriz Mª Isabel García Lago es de Cuba. Cada frase que expresa está impregnada de música y sentimiento. Ella no habla para llenar huecos vacíos. Cada palabra está muy pensada, no creo que las saque fuera sin que antes hayan rozado un centímetro de su alma.
María Isabel es una de nuestras grandes actrices, capaz de sentir a sus personajes de tal manera que los desnuda ante nuestros ojos. Ahora, además de estar enredada en varios proyectos, no descansa en su empeño de formarse continuamente. Ha estudiado a fondo la entonación castellana, y cuando le viene en gana mete en un cajón su precioso acento cubano, para convertirse si fuese necesario en una señora nacida en Valladolid. Es el privilegio de los mejores.
«En el teatro gozas de una gran libertad»
Mª Isabel, ¿cuándo te diste cuenta de que lo tuyo era la interpretación?
Primero tuve que darme cuenta de que existía algo llamado interpretación, y sucedió muy pronto, porque desde bien niña anduve jugando a ser personajes o representando shows para las visitas. A los siete años, un compañero de mi padre le dijo que por qué no me inscribía en la Escuela Nacional de Arte. En cuanto supe de ella, no dejé de insistir a mis padres para estudiar allí, pero a ellos no les gustaba la idea.
Una noche, mi padre me llevó hasta donde se encontraba la escuela. Estaba en una zona de la altísima burguesía cubana antes del triunfo de la Revolución. Era de noche, y todo estaba muy oscuro. Mi padre apagó las luces del coche y dijo: “ ¿Realmente quieres estudiar ahí? ” Le respondí muy asustada que no. Continué con mi mundo de fantasía infantil, donde me creaba un millón de historias hasta que crecí y pude estudiar lo que tanto amaba.
Cuéntame, ¿el teatro es lo que más amáis los actores sobre todas las cosas?
Creo que sí. El teatro es como el útero donde se forma un actor. Desde ahí estás recibiendo todo lo que te nutre artísticamente. El alma máter es el teatro, significa irte a la esencia de lo que es esta profesión.
Un compañero tuyo me dijo que el teatro más que repetición era evolución, ¿estás de acuerdo?
Al cien por cien. Quien crea que es repetición se está perdiendo lo más maravilloso del teatro. No hay una función igual a otra, ni siquiera una frase o un estado de ánimo es igual a otro. Es algo tan vivo, que resulta inevitable que se produzca esa evolución.
En el teatro gozas de una gran libertad, una vez en el escenario estás suelto. Cada día no solo juegas con la situación de la obra, también lo haces contigo. Todo lo que se genera en una función está lleno de diferentes energías, las cuales te influyen de diferentes maneras y por ello debes mantener abiertos todos los canales.
«Hay un antes y un después en la ficción española tras «Vis a vis» «
¿Has descubierto rasgos que desconocías de ti interpretando algún personaje?
Sí, pero lo bueno es que, como en la vida, el personaje no sepa lo que va a pasar ni cómo se va a sentir ante una situación concreta. Cuando te enfrentas a un personaje, en ocasiones te sorprendes a ti misma observando que tienes características de ellos que desconocías. Actuar es una terapia de reconocimiento, de búsqueda interior. Incluso es algo sanador, aunque a veces surja desde el dolor.
Por eso es tan difícil renunciar a esta vocación, porque te das cuenta de que no te conoces del todo y además tienes mucho que aprender. Después, tienes el placer inmenso de vivir circunstancias que no son las tuyas, y de comprender mejor al ser humano que tienes enfrente.
María Isabel, hablemos de “Vis a vis”, ¿te basaste en alguien para interpretar un personaje tan magnífico como Sole?
Conocí la historia real de una mujer que disparó a su marido, pero no llegó a matarlo. Era una mujer muy buena y generosa, sin embargo, el hombre la llevó a una situación tan límite que llegó a lo que llegó. Ella estuvo presa hasta que el marido se recuperó del disparo y dijo que había sido una accidente mientras limpiaba la pistola. Volvieron a estar juntos, y con los años tuvieron una hija. Cuando conocí a esta mujer, no sabía nada de la historia. Los veía juntos y me parecían dos personas que se amaban sobre todas las cosas. Cuando empezamos a rodar, me di cuenta de que Sole era la señora que yo había conocido.
Realmente “Vis a vis” fue una revolución…
Sin duda. Hay un antes y un después en la ficción española tras la serie. Lo tuve clarísimo incluso cuando leí los dos primeros guiones. El casting parecía hecho por científicos con alma, porque fue absolutamente perfecto y mágico. Me siento agradecida y privilegiada por haber trabajado con ese equipo tan profesional y lleno de arte.
«Pienso que el ser humano, en esencia, es bueno»
Hay algo que me fascina de los artistas, y es su proceso creativo hasta expresar lo que realmente desean. ¿Cuál es el tuyo?
En mi caso es un proceso orgánico. La primera lectura para mí es importantísima. Cuando me dan un guion y lo leo, me produce muchas emociones. No solo son emociones de mi personaje, sino de todos. A partir de ahí hago una especie de análisis psicológico del personaje, y me imbuyo de todo cuanto va desprendiendo. En ocasiones, ni el guion ni el personaje me transmiten emociones, entonces tienes que ir a lo más intelectual. Y a veces trabajas con ambas cosas.
Y por último, María Isabel, ¿crees que la pandemia nos ha convertido en una sociedad mejor?
No creo. Disculpa el pesimismo. Sí pienso que el ser humano en esencia es bueno. En España siempre he visto una capacidad enorme de generosidad. Veo cómo la gente se moviliza para ayudar a su vecino. Creo que la pandemia saca lo bueno de los buenos, y lo peor de los malos. Lo que es necesario que mejore no son las personas sino los sistemas sociales. Desde aquí hago un manifiesto contra todo lo que sea explotar al que está en el último eslabón de la cadena.